El que peca y reza, empata

Las prácticas religiosas en los grupos de jóvenes sicarios en Medellin tiene componentes culturales que hunden sus raíces en la ancestral cultura antioqueña.

En efecto, en Antioquía existe una forma especial de "religiosidad" marcada por tres caracterísicas fundamentales:

1. Una estrecha relación con lo económico -la moral es elástica en relación con la obtención del triunfo en los negocios.

2. Predominancia de prácticas fetichistas y rituales asociadas a lo mágico -la religiosidad se expresa más en gestos y ritos externos que en los comportamientos de la persona. Se reza a cambio de un favor que Dios ha de dar.

3. La disociacion entre lo ético y lo religioso, la fe se refleja más en las prácticas externas, en los rituales y los cultos que en la coherencia de vida. La actitud "rezandera" es contradictoria con el comportamiento social. Buenos creyentes no son buenos ciudadanos.

Lo religioso no sólo invade los diferentes espacios de la vida social sino también en buena parte los substituye. Se trata de una cultura en la cual existe una ética religiosa antes que una ética laica, donde el poder civil se subordina al religioso, donde se estigmatizan las organizaciones laicas. Así las creencias religiosas no han sido un obstaculo sino, en muchos casos, una "ayuda" para el ejercicio de la violencia. Esto explicaría el uso de símbolos religiosos como los escapularios, las medallas, las promesas a la virgen y las diferentes peregrinaciones hechas por los sicarios "antes" o "después" de la realización de sus actividades criminales. Lo religioso ocupa la función de talisman, de algo que protege, pero que está distanciado de un compromiso de vida, separado de la adhesión a normas de regulación individual y social.