La aplicación conjunta

Considera Moomaw que para los proyectos de aplicación o implementación conjunta debe exigirse una reducción superior al volumen de las nuevas emisiones, por tres motivos: primero, porque obviamente es desable reducir la concentración atmosférica de gases de invernadero; segundo, porque hay y habrá incrementos sin compensación al industrializarse el Tercer Mundo y reindustrializarse el Norte; y tercero, porque existen incertidumbres respecto a la cantidad de gases de invernadero que deja de emitirse gracias a un proyecto de plantación forestal o de conservación de la energía; el excedente significaría un seguro contra la eventual incapacidad para lograr el objetivo trazado.

La plantación de árboles en proyectos de AC tiene sus asegunes: en general, no corresponde a las necesidades de desarrollo del país anfitrión. Los proyectos de este tipo necesitan satisfacer un rango de metas de desarrollo, desde la producción de combustible hasta la agroforestería, la producción de materiales de construcción, el mejoramiento del suelo y el control de la erosión. Otros objetivos pueden ser el mejoramiento de la biodiversidad, el restablecimiento de bosques nativos y otros ecosistemas, el incremento en el contenido de carbono en el suelo, y la protección contra incendios. Dada que la disponibilidad de tierras tiene un límite, los proyectos de reforestación no pueden ser sino una estrategia complementaria en el combate del cambio climático.

En cuanto a las recomendaciones, Moomaw sugiere que cualquier país que desee llevar a cabo un proyecto de AC primero demuestre que está realmente reduciendo sus emisiones en su propio país. Un enfoque estricto significaría que sólo una vez logradas esas reducciones podría aprobarse un proyecto de AC.