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diálogos, propuestas, historias para una Ciudadanía Mundial

Haciendo blocks entre palmas

02 / 1995

Pues sí, nuestras viviendas tienen mucho que ver con el nacimiento de nuestra organización, que ahora se ocupa de varias cosas más, tanto en lo productivo como en la defensa de los derechos de los indígenas y los campesinos de la región.

Las cosas sucedieron más o menos así. En 1984 un pequeño grupo del pueblo luchaba contra los caciques y empezó a participar en una organización campesina de la región, que trabajaba para solucionar varios tipos de problemas. Algunos pueblos, incluído el nuestro, tenían necesidad de viviendas, y se unieron para tramitar juntos créditos y así poder construir. Por eso nuestra organización comenzó atendiendo el problema de la vivienda. Un compañero que nos asesoraba sabía del FONHAPO (Fideicomiso del Fondo Nacional de Habitaciones Populares)y propuso que presentáramos una solicitud. Como en las comunidades se tenía la necesidad, se aceptó hacerle la lucha. Además, en esa oficina trabajaba otro compañero muy interesado en apoyar a las organizaciones campesinas y urbanas.

Trescientas personas de once comunidades se animaron a entrarle al programa de vivienda. Finalmente fueron cuatro los pueblos beneficiados con 75 créditos en total. En nuestra comunidad, los créditos se repartieron entre los compañeros que se mantuvieron; en las otras hubo acuerdos y rifas para repartirlos.

Para hacer realidad los créditos nos ayudaron varios compañeros. Uno, en ese entonces funcionario de FONHAPO y ahora participante en un grupo de apoyo, ayudó mucho en la gestión. Otro compañero, de una asociación civil, hipotecó una propiedad para que sirviera como garantía. Tuvimos que hacer muchas gestiones para que firmara el gobernador de Oaxaca como aval, pues de otra manera el FONHAPO no nos hubiera soltado el dinero.

Y bueno, finalmente llegó el crédito, pero no en efectivo sino en material. A cada uno nos tocaron 20 varillas, 16 láminas de zinc, 2 toneladas de cemento (una para la mezcla y otra para hacer el block), 3 kilos de clavo, 5 kilos de alambre cocido y alambrón. Esto no alcanzaba sino para hacer una casa de cuatro por cuatro metros; lo que algunos compañeros hicieron fue mejorar la vivienda que ya habitaban; otros sí lograron terminar su vivienda nueva, y hubo también quienes se quedaron a medias, sin ventanas, puertas o pisos.

Por eso, para ayudar a que todos terminaran, ahí mismo hubo un reparto interno de materiales de acuerdo a la necesidad de cada uno. También fue necesario que cada familia invirtiera de su dinero para comprar otros materiales de construcción y acabar la casa.

En una comunidad la mayoría sí logró terminar sus viviendas, pero algunas sin puertas ni ventanas, y sólo tres personas mejoraron su vivienda anterior. Lo que les ayudó es que en los terrenos del pueblo había piedra, arena y agua en abundancia. En otras había que comprar o acarrear de muy lejos algunos materiales.

Platicando años después de acabado este proyecto, veíamos que entre sus logros estuvieron el que la mayoría respetó la tradición de la ayuda mutua, la gozona, en la construcción de las casas; el que varios compañeros se capacitaron para elaborar el block, y que se pagó el enganche y la primera anualidad a FONHAPO con lo que se descontó a cada crédito para los gastos de operación; haber hecho esos pagos nos dio derecho a un subsidio de 25% por parte del estado.

Pero también vimos que hubo muchos problemas. Para comenzar, llenar los requisitos de FONHAPO, pensados para la ciudad, fue muy tardado y difícil: muchos ni actas de nacimiento teníamos, y tuvimos hasta que pagar seguro por los temblores.

En el crédito, los dos millones y cuarto de pesos que otorgó FONHAPO a cada uno tuvieron muchos descuentos: 5% de enganche a FONHAPO, 2% para supervisión, 3% para el arquitecto, 10% para gastos de operación de la Comisión de Vivienda de la organización. Por eso, la cantidad que efectivamente llegó a cada beneficiado, y no en efectivo sino en materiales, fue de un millón ochocientos mil pesos, muy poco. Y luego, faltó claridad en las cuentas al ir pagando.

El material de construcción fue insuficiente, de mala calidad y caro; se pagó un elevado flete hasta la región y las comunidades, sobre todo para aquellas que no tenían materiales en sus tierras; por no contar con un lugar apropiado para almacenar los materiales, hubo muchas pérdidas importantes, de varillas, por ejemplo.

Para la construcción, además de que el arquitecto que nos impuso FONHAPO no era necesario, e hizo algunos trazos erróneos, el tiempo que nos puso FONHAPO como límite para construir, fue muy corto.

Por último, hubo algunos compañeros avecindados que no tuvieron solar donde construir por la negativa de la Secretaría de la Reforma Agraria, a pesar de las gestiones que hicimos, y otros, ciertamente pocos, se retiraron de la organización tras obtener el crédito.

Esa vez que platicamos hasta nos aventamos a hacer unas recomendaciones a la organización, para cuando se tramiten más créditos de vivienda. Dijimos que había que negociar el cambio de algunos criterios y requisitos de FONHAPO, como que no exija un arquitecto, que dé el crédito en efectivo, que consulte con los beneficiados el tipo y el tamaño de la casa, que adapte sus requisitos a las condiciones de la gente y los recursos de la región en cuestión, y que adapte el monto del crédito a las necesidades de las familias.

Ya para lo interno de la organización, vimos que sería bueno tener más vigilancia y mejor administración del crédito y su utilización por parte de la directiva y de los delegados; y que cada comunidad compre colectivamente sus materiales, en el lugar que más le convenga; que se firmen convenios entre la organización y los beneficiados, en donde éstos se comprometan a reembolsar el crédito en caso de que salgan de ella; que se fijen criterios para otorgar los créditos a los compañeros, como la antigüedad en la organización y su nivel de participación.

A final de cuentas, ¿qué sacamos de este proyecto de vivienda? Uno de nosotros dijo que los abuelos y los padres vivieron en casas de barro y palma, más frescas, pero mucho menos resistentes a la lluvia y el sol, y hasta dijo que ellos viveron más jodidos, y que nosotros hemos mejorado. Entonces otro compa opinó que las casas de antes, construidas de tabique y adobe, eran más frescas y tan resistentes como las de material. Otro acabó diciendo que con el crédito se cuenta con una vivienda de block, también resistente pero más caliente y pequeña y que, de plano, no se ha obtenido vivienda digna. Como que estaban divididas las opiniones...

Palabras claves

fracaso, vivienda, organización campesina, financiamiento de la vivienda


, México

Fuente

Artículos y dossiers

ACOSTA, Jorge, GEA in. PASOS, 1993 (MEXICO), Año V. N° 5

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