Durante más de 40 años, los agricultores de las zonas tropicales húmedas de México y Centroamérica han generado y refinado una tecnología que requiere muy pocos insumos y se basa en una leguminosa conocida como nescafé, frijol terciopelo o frijol de abono. Este frijol (Mucuna deeringianum)es una leguminosa agresiva originaria de Asia que fue introducida en el continente americano a fines del siglo pasado. Los productores indígenas de Guatemala y México comenzaron a ensayarla como fertilizante natural hace varias décadas, pues notaron que ahogaba las malas hierbas y aumentaba los rendimientos de maíz en sus deteriorados campos. La idea de acelerar y mejorar el descanso arbustivo (« hacer acahual »)fue algo natural para estos agricultores puesto que ya estaban conscientes del deterioro de la fertilidad y de la posibilidad de restaurarla mediante el cultivo ambulatorio; o sea que sembrando el frijol de abono al voleo, los productores podían reducir los períodos de descanso de cinco a dos años.
Desde entonces, agricultores de distintas partes de México y Centroamérica han creado, a menudo en forma independiente, prácticas aun más activas de manejo de fertilidad, malezas y agua. Hasta la fecha, las investigaciones científicas de las propiedades del bejuco de abono y de su adopción no han sostenido el paso de su amplia aceptación. Sin embargo, la información acerca de sus usos y limitaciones se ha difundido rápidamente gracias a la comunicación entre agricultores muy distantes y la adaptación de estrategias de manejo.
En la costa norte de Honduras, se estima que el 65% de los productores en ladera siembran maíz en la temporada seca sobre una cobertura de frijol de abono. Ahí predomina un patrón pluvial bimodal que permite sembrar dos ciclos de maíz al año. Relativamente delgados y poco evolucionados, los suelos se formaron a partir de roca sedimentaria y volcánica desde el nivel del mar hasta una altura de 800 metros. Las aboneras verdes se han usado en la región desde hace unos 20 años cuando inmigrantes de las zonas bajas de Guatemala trajeron consigo la semilla y la estrategia de manejo conocida como « abonera ». Los agricultores difundieron la tecnología por toda la región en los últimos 10 años sin la ayuda de los servicios de investigación y extensión.
El sistema funciona como sigue: en la temporada seca se hace una siembra intercalada de bejuco de abono y maíz cerca de la floración; el primero se deja crecer solo durante las lluvias que comienzan a fines de mayo y terminan en noviembre. El maíz de la temporada de lluvia se siembra en otra parcela siguiendo el sistema tradicional de cultivo ambulatorio del trópico húmedo, mientras la abonera prepara el campo para el cultivo de maíz en la temporada seca de diciembre. La leguminosa facilita la preparación del terreno porque es agresiva, ahoga casi todas las malezas y es muy fácil de cortar, lo cual reduce la mano de obra, en general hasta en un 60%. El maíz de temporada seca se siembra con espeque en el colchón de bejuco; ahí se desarrolla mejor que en una milpa común gracias al nitrógeno suministrado por las hojas en decomposición en el mantillo, que además conserva la humedad del suelo.
Los productores calculan que, dependiendo de las condiciones pedológicas, climáticas y de manejo, los rendimientos son dos veces mayores (o sea, entre 1 y 3 ton/ha)que en los campos donde antes había vegetación secundaria. Como dijo un agricultor hondureño, « la tierra cobarde se vuelve valiente » cuando se cultiva con frijol de abono.
Un componente interesante del estudio de adopción en Honduras fue la introducción de medios visuales para ayudar a los agricultores a responder a preguntas a veces complicadas. Con el fin de recoger los criterios que éstos emplean para sembrar el frijol de abono en sus milpas, el cuestionario les pide que indiquen las ventajas y desventajas de la leguminosa. Se les muestran tarjetas que ilustran esos factores para ayudarles a considerar sus respuestas. Esta técnica permitió a los investigadores clasificar por orden de importancia los criterios de los agricultores, lo cual les ayudará a entender por qué algunos han adoptado la tecnología y otros no.
Hace 40 años, los agricultores nahuas del sur de Veracruz desarrollaron en forma independiente la práctica de las rotaciones con el nescafé. En esa región, el Proyecto Sierra de Santa Marta (PSSM)y el CIMMYT han estudiado la tecnología y las percepciones de los productores respecto al uso de aboneras verdes en una serie de experimentos iniciada por los agricultores mismos. Los investigadores observaron que los agricultores de los pueblos vecinos siembran el frijol de abono y otras leguminosas (Vigna umbellata)en formas muy distintas: algunas veces como elementos de un descanso arbustivo mejorado, otras como cultivos de rotación en la temporada de lluvias con el maíz de ciclo seco y otras más como cultivos intercalados con el maíz de ciclo húmedo. El papel de los científicos es mostrar a los agricultores toda una gama de opciones; éste es un ejemplo del efecto sinergético de las redes de intercambio.
En México, los productores han brindado a los investigadores una perspectiva de cómo utilizar aboneras verdes como el frijol terciopelo. En los ensayos, los agricultores sembraron únicamente la leguminosa en un extremo de sus parcelas a fin de erradicar las persistentes malezas y, en otro, la intercalaron para restaurar la fertilidad del suelo en el transcurso de varios ciclos. Conviene considerar la tecnología como un insumo que puede usarse de muchas maneras, y no como un sistema de cultivo integrado.
Algunas limitantes del uso de bejuco como abono verde son las siguientes: Requiere de lluvias abundantes y de suficiente terreno para la rotación; puede aumentar el daño causado por las ratas; en laderas muy empinadas, puede provocar pequeños derrumbes. Por otra parte, si el bejuco de abono se siembra demasiado pronto, puede competir excesivamente con el maíz y reducir los rendimientos.
Al tiempo que avanzan los estudios de los abonos verdes, se pueden modificar los métodos de experimentación y difusión que usan las ONGs y el servicio de extensión mexicano. En marzo de 1993, ocho ONGs de México y Centro América se reunieron para compartir experiencias en la investigación y extensión participativa con los abonos verdes. Gracias a que combinan técnicas y tradiciones muy variadas, estas instituciones están expandiendo su repertorio de métodos de divulgación. Estos son de gran interés para los productores porque les permiten comparar directamente las opciones tecnológicas y adquirir conocimientos acerca del diseño experimental, fortaleciendo así su capacidad de sacar conclusiones válidas de sus propios experimentos.
México, Honduras, Veracruz, Sierra de Santa Marta
Daniel Buckles es un antropólogo que trabaja en el Programa de Economía del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)
Artículos y dossiers
BUCKLES, Daniel in. PASOS, 1993 (MEXICO), Año V. N° 5
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