10 / 1994
Sobre el calentamiento global existen numerosas incertidumbres, pero es tal el riesgo, que urge emprender acciones para prevenirlo.
La cuestión del cambio climático tiene mucho que ver con los bosques. Estos, durante la etapa de crecimiento, funcionan como un "sumidero" de CO2: una hectárea de bosque en crecimiento puede fijar entre 8 y 10 toneladas de carbono por año. Los bosques también constituyen reservorios: almacenan entre 90 y 160 toneladas de carbono por hectárea en la vegetación y el humus. La desforestación es fuente de la cuarta parte de las emisiones de CO2.
A esto se debe que los bosques tengan un lugar importante en la la Convención Marco sobre Cambio Climático (CMCC). Los países firmantes de la Convención se comprometen a conservar y reforzar los sumideros y depósitos de todos los gases de efecto invernadero.
Sin embargo, es importante ubicar el papel de los bosques dentro del contexto del cambio climático: La principal causa del problema es la excesiva emisión de CO2 a la atmósfera por la quema de combustibles fósiles en los países industrializados. Debido al tiempo en que estos gases permanecen en la atmósfera (entre 50 y 200 años para el CO2)las actuales emisiones se suman a las anteriores; si se mide la capacidad de los ecosistemas para absorber los gases de invernadero, y se reparte entre los habitantes del planeta tomando en cuenta la acumulación histórica, resulta que estos países ya agotaron su cuota.
Atacar el problema en la raíz implicaría modificar los patrones de uso de energía y los modelos de producción y consumo, cosa que los países industrializados no parecen estar dispuestos a hacer. Apoyándose en la necesidad del Tercer Mundo y del antiguo bloque socialista de recibir financiamientos frescos, están presionando para establecer acuerdos de Implementación Conjunta (IC)con esos países. Esto significa que pretenden financiar proyectos de eficiencia energética y de fijación de carbono, y adjudicarse las reducciones en las emisiones de carbono así logradas.
Estas propuestas han suscitado mucho debate en las Negociaciones Intergubernamentales sobre Cambio Climático. Sin embargo, la IC ya es prácticamente una realidad. Varios proyectos piloto están en marcha y se están desarrollando las metodologías para medir las reducciones de emisiones y los incrementos en la fijación de carbono obtenidos con estos proyectos.
Sin negar que puedan existir elementos positivos en este tipo de proyectos (como la canalización de recursos gubernamentales y fondos privados del Norte hacia el Sur), es necesario contemplar los peligros:
* Considerar a la biósfera como un sumidero de carbono es riesgoso, ya que existen evidencias de que con un aumento de temperatura ésta puede dejar de fijar carbono, y por el contrario empezar a liberarlo (un mecanismo de retroalimentación positiva);
* Hay que tomar en cuenta que los productos forestales no retienen el carbono para siempre: los residuos no utilizables se pudren rápidamente en el monte; la madera acaba descomponiéndose y liberando el carbono a la atmósfera después de algunas décadas (si no antes); el carbono contenido en el papel regresa a la atmósfera en cuanto se quema o se pudre.
* El establecimiento de plantaciones con especies de rápido crecimiento para fijar carbono puede tener efectos negativos sobre la fertilidad de los suelos y la biodiversidad. * Por otro lado, necesitan resguardarse los derechos de los propietarios forestales. ¿Qué sucede con su poder de decisión sobre los bosques cuando éstos son usados como reservorios o sumideros?
* Finalmente, la Implementación Conjunta puede desviar la at ención de donde debe centrarse: la necesidad de cambios tecnológicos y culturales que modifiquen los patrones de consumo en el mundo industrializado, y disminuyan la quema de combustibles fósiles. Se trata de una opción que sólo debería considerarse una vez que el Norte reduzca sus emisiones de manera significativa.
Es importante que se canalicen recursos para recuperar áreas degradadas, reforestar áreas con potencial forestal, y mejorar los sistemas de manejo forestal, sin vulnerar los derechos de los campesinos sobre sus bosques. Los propios países del Sur (sus gobiernos, y la sociedad toda)deberían apoyar estas actividades, para proteger las cuencas hidrológicas, retener los suelos, proteger la biodiversidad, abrir fuentes de empleo, etc. De paso, esto les permitiría cumplir con los compromisos que adquieren como signantes de la CMCC.
Los esfuerzos que realizan los propios campesinos para llevar a cabo un aprovechamiento sostenible de sus bosques merecería contar con más apoyos, dado el invaluable servicio que prestan al país y al planeta entero.
Artículos y dossiers
ALATORRE, Gerardo, GEA, 1994/09 (MEXICO)
GEA (Grupo de Estudios Ambientales) - Allende N°7 Col. Sta.Ursula Coapa. México D.F. 04650 MEXICO - Tel: 56 17 90 27, 56 17 29 87 y 56 19 28 92 - México - www.gea-ac.org - gea (@) laneta.apc.org