Efraím Hernández Xolocotzi

Resulta indispensable hablar de Hernández Xolocotzi en el contexto actual: nuevamente, en el debate sobre el campo y sobre la agricultura mexicana y su futuro, se opta por una línea "modernizante" en clara oposición excluyente con la "tradición". Se coloca en el centro de atención de nuestros (no tan)nuevos "desarrollistas" el flujo de dinero y de inversión, el afán de lucro, el beneficio económico, el mal llamado "progreso tecnológico", la erradicación del "atraso" como soluciones mágicas del agro mexicano.

Fue el método Xolo, el no ajustarse a los canones prevalecientes, lo que le permitió recuperar para la agronomía y para la biología al hombre. En 1978, el maestro decía: "Generamos también la idea de iniciar la investigación de huarache. La reacción espontánea ante una investigación a nivel huarache interpreta de inmediato que es un tipo de investigación que no ha de valer gran cosa. Es natural que ello ocurra, porque quienes usan huarache en nuestro país tienden a ser menospreciados: no forman parte de la cultura moderna, progresista, que sólo usa zapatos. Tenemos una concepción diferente sobre el particular. Llamamos investigación de huarache a aquella que empieza por las bases, que va al terreno de los hechos, que va con la gente que está realizando las acciones; investigación de huarache es aquella que, con toda la humildad del caso, aprende o trata de aprender de esa gente; aquella que está consciente de que muchas veces nuestra cultura nos frena, nos inhibe e impide que aprendamos muchas cosas que están en realidad a nuestro alcance."

El maestro Xolocotzi entregó el ejemplo de su actitud vital: el nunca conformarse con lo logrado; la necesidad de acercarse de manera directa a los fenómenos; la crítica a lo establecido como "verdades eternas"; la pertinencia de la historia como presente, de la tradición como futuro; la atención a la complejidad y a la diversidad, frente al reduccionismo de la unilateralidad científica; la pasión por el trabajo científico y la entrega sin límites al conocimiento, con el ejercicio de la autocrítica constante; la pasión por la formación de estudiantes en prácticas concretas y por la transmisión y aplicación de lo descubierto y conocido.

Hernández Xolocotzi bebió de ese México profundo, fruto de lo indígena y lo marginal. Su obra expresa, condensa y propone la posibilidad de un futuro basado en el potencial de lo nuestro, en la conversión de la tradición en proyecto de cambio y en la crítica a la adopción de modelos que, además de lejanos a nuestras realidades, encubren el beneficio que recogen sólo unos cuantos.

Los fracasos de esos modelos como proyectos de agricultura "nacional" y la virtual devastación social, ecológica y cultural que han producido en el agro mexicano, enaltecen de por sí la labor crítica de Efraím Hernández Xolocotzi. La búsqueda de nuevas opciones partirá necesariamente de un replanteamiento en todos los órdenes de lo que hoy se ha impuesto como idea de "ciencia", de "tecnología", de "agronomía", de "nación", de "educación".