Historia
En 1986 Carlo Petrini funda en Italia el movimiento Slow Food para luchar contra la uniformización de los gustos, la mala calidad de la comida rápida producto de la globalización y la “cultura” McDonald’s. Ese mismo año, en París, se constituye oficialmente el movimiento Slow Food mediante la redacción de un manifiesto firmado por delegados de 15 países.
Luego, en el año 1999, el movimiento Slow se amplía al tema de la ciudad y de los problemas urbanos. La consigna es el elogio de la lentitud, algo más bien dejado de lado en estos tiempos, eclipsado por conceptos tales como eficiencia, rentabilidad o crecimiento. Este movimiento ofrece entonces un enfoque nuevo sobre la ciudad y, en vez de propiciar la velocidad, los intercambios estrictamente funcionales y por lo general mercantiles, permite que sus habitantes puedan tomarse el tiempo para disfrutar de su espacio vital, crear nuevos espacios propicios para las relaciones humanas, para la reflexión, para toda clase de acciones y reflexiones difíciles de concretar rápidamente, entre la urgencia y el estrés. Así, el movimiento Slow que comenzó interesándose en la alimentación, se amplió a la ciudad, pero también a los temas del viaje, la educación, la cultura ¡e incluso el sexo!
El objetivo de este amplio movimiento es ir creando una mejor calidad de vida para todos, y (re)encontrarse con la idea del buen vivir.
¿En qué consiste una ciudad lenta?
El manifiesto Cittaslow se compone de setenta recomendaciones y obligaciones, cuyas principales ideas presentamos a continuación:
Revalorización del patrimonio histórico urbano evitando la construcción de nuevos edificios.
Reducción de los consumos energéticos.
Promoción de tecnologías ecológicas.
Multiplicación de áreas verdes y espacios de esparcimiento.
Limpieza de la ciudad.
Priorización de los transportes colectivos y otros medios no contaminantes.
Reducción de los residuos y desarrollo de programas de reciclaje.
Multiplicación de zonas peatonales.
Desarrollo de los comercios de proximidad.
Desarrollo de infraestructuras colectivas y equipamientos adecuados para minusválidos y personas de todas las edades.
Desarrollo de una verdadera democracia participativa.
Preservación y desarrollo de las costumbres locales y de los productos regionales.
Exclusión de los O.G.M. (Organismos Genéticamente Modificados).
Los principales aspectos del manifiesto nos muestran que este movimiento parte, por cierto, de una crítica de la globalización de los intercambios, que contribuyó a la creciente uniformización mundial de los modos de vida y de pensamientos; pero más allá de la crítica, basada en esta observación, y del rechazo a las ciudades globalizadas, contaminantes y adictas a la rapidez a cualquier costo, este movimiento propone soluciones concretas para la instauración de un nuevo estilo de vida.
En pos de ello, el movimiento Cittaslow se plantea desde lo local. Ante la globalización, los militantes de las ciudades lentas apuestan por el desarrollo local, sea a nivel político por medio de los municipios, o a nivel económico mediante acuerdos que privilegien los productos regionales.
Esta idea se basa en la voluntad de crear maneras de convivir, de compartir y de revivir el tejido social que se ha ido debilitando en las ciudades, en donde los vecinos no se conocen y las actividades sociales se reducen a una relación casi obligada con los comerciantes. Este objetivo del movimiento Cittaslow apunta a que la ciudad reencuentre una identidad propia, para que sea distinguida desde fuera, además de reconocida y apreciada desde dentro por sus propios habitantes.
Concretamente, las ciudades que forman parte del movimiento Cittaslow promueven la utilización de tecnologías que mejoran la calidad del medioambiente y del tejido urbano, y el resguardo de la producción local de alimentos y de vinos, para favorecer la identidad local de la región. Además, Cittaslow busca promover el diálogo y la comunicación entre productores y consumidores. Cittaslow incentiva la producción de alimentos naturales y la utilización de técnicas respetuosas del medio ambiente. La adhesión a la red Cittaslow implica mejoras concretas de la calidad de vida de los habitantes, tales como:
• Medio ambiente: instauración de controles de la calidad del aire; planes de reducción del ruido ambiental; aplicación de nuevas tecnologías para el reciclaje.
• Infraestructura: desarrollo de áreas verdes; accesibilidad garantizada a personas discapacitadas; baños públicos de libre acceso; horarios municipales coherentes; desarrollo de ciclo-vías.
• Urbanismo: planes de rehabilitación de edificios históricos; utilización de productos reciclados; revalorización de los centros históricos urbanos.
• Valorización de los productos locales: creación de “mercados de productos locales”; sellos de calidad para la agricultura orgánica; mejoramiento de la calidad de la alimentación en los casinos escolares; apoyo a las manifestaciones culturales tradicionales.
• Hospitalidad: instalación de señalética internacional; recorridos turísticos guiados; presencia de estacionamientos vigilados cerca del centro de la ciudad; control de las tarifas de hoteles y restaurantes.
• Sensibilización: presencia del logo “Cittaslow” en todos los documentos oficiales; cursos de educación del gusto en las escuelas; promoción de programas tales como actividades recreativas para la familia, o visitas a domicilio para los ancianos y los enfermos.
A modo de resumen, para entender los objetivos de este movimiento, es interesante citar la Carta, en la que se afirma: “Estamos en búsqueda de ciudades animadas por personas que se toman el tiempo de disfrutar cierta calidad de vida.
Ciudades en las que se aprecia la calidad de los espacios públicos, de los teatros, tiendas, cafeterías, hostales, monumentos históricos, y los paisajes no contaminados. Ciudades donde el conocimiento artesanal es utilizado cotidianamente, y en las cuales la lentitud, la sucesión de las estaciones se reflejan en la disponibilidad de productos locales según la época del año, ciudades donde la alimentación es sana, el modo de vida es sano, en fin, donde se disfruta de la vida, temas que deben ser fundamentales para la comunidad”.
¿Cómo llegar a ser una ciudad lenta?
La asociación Cittaslow está abierta a ciudades de menos de 50 mil habitantes. Para ser miembro, una ciudad debe cumplir por lo menos en 50% los objetivos de la autoevaluación Cittaslow. Si es aceptada, la ciudad debe pagar una contribución anual, y aplicar los principios de la Carta. Puede entonces ostentar orgullosamente el logo de Cittaslow: un caracol cargando sobre su espalda una colorida ciudad. La intención de crear redes de las ciudades que adhieren a este proyecto corresponde al afán de verificar que los compromisos asumidos sean efectivamente respetados. La red dispone para ello de un cuerpo de inspectores que efectúan periódicamente el control de estas obligaciones.
Existen actualmente redes Cittaslow en los siguientes países: Austria, Reino Unido, Australia, Alemania, Corea del Sur, Noruega, España, Polonia y por supuesto Italia, con un total de setenta ciudades italianas y una veintena en el mundo, incluyendo Nueva Zelanda.
Cittaslow: una aplicación concreta del derecho a la ciudad
Una de las principales acciones que caracteriza una ciudad lenta es la participación de sus habitantes. Cada uno puede formar parte de este proyecto, en un espíritu de apertura, de tolerancia hacia el otro, evidentemente respetando el tiempo particular del intercambio de ideas y de la creación grupal de proyectos y proposiciones nuevas –es decir, lentamente. Así, los militantes de este movimiento consideran que tanto la democracia y la educación como la toma de decisión colectiva requieren de lentitud. Más aún, la ecología, el respeto por la naturaleza, la relación entre seres humanos y naturaleza corresponden a una escala distinta de la de los seres humanos a nivel individual. Así pues, el elogio de la lentitud implica también valorar el tiempo indispensable para la reflexión y la deliberación.
El hecho de que la participación sea un aspecto inherente a la creación de ciudades lentas es un punto muy interesante en la relación del movimiento Cittaslow con el derecho a la ciudad. El movimiento Cittaslow puede considerarse como una experiencia acabada del derecho a la ciudad. En efecto, el tema de la participación, presente, como hemos visto en la Carta de Cittaslow, es también un punto fundamental en la Carta Mundial por el Derecho a la Ciudad. La certeza de que los ciudadanos deben recuperar la ciudad, reconquistarla, no dejarla en manos de las grandes empresas, de los automóviles, de las industrias contaminantes, de grandes compañías inmobiliarias; sino que por el contrario, deben luchar por imponer otra visión de la ciudad, compartida, acogedora, con muchos espacios públicos donde los encuentros sean posibles. El tema de la participación no es el único aspecto del derecho a la ciudad que desarrolla y posiciona la red Cittaslow: la voluntad de crear una identidad, de ser feliz y estar orgulloso del lugar donde se vive; ese sentimiento de pertenencia a una localidad es también un punto fuerte del derecho a la ciudad.
El decrecimiento aplicado a la ciudad
Me parece importante exponer aquí la relación entre el movimiento Cittaslow, el derecho a la ciudad y el decrecimiento. El decrecimiento, si se pudiera definir en pocas palabras este paradigma-movimiento-arte de vida, llama a actuar sin demora en la lucha contra los múltiples efectos negativos generados por el sistema capitalista, el neoliberalismo y el crecimiento. En primer lugar, se trata de cuestionar el mito dominante, el pensamiento único, que hace de los conceptos de crecimiento, progreso, desarrollo (y sus consecuencias concretas), certezas inamovibles, excluyendo la posibilidad de alternativas para nuestras vidas.
Éstas existen, como bien lo demuestra el derecho a la ciudad: el decrecimiento es también una bandera de lucha para defender la posibilidad de que otras relaciones Norte-Sur, otra economía, otras relaciones sociales, otros vínculos entre seres humanos y medioambiente, otras ciudades ¡son posibles! Por lo tanto es interesante, con este tipo de experiencias ya en marcha, tener la oportunidad de profundizarlas y divulgarlas, ampliar las demandas, apropiarse del concepto, del lema del derecho a la ciudad, lo que permitiría confrontar estas experiencias con otras en diferentes regiones, como por ejemplo América Latina.
Aunque no quepa duda alguna de que el movimiento Cittaslow es ante todo obra de sus militantes y de algunos políticos concienciados en los temas ecológicos y sociales, es interesante notar el aparente interés del actual Presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, por no continuar con la expansión urbana. En efecto, el nuevo gobierno afirmó que el crecimiento urbano no era la alternativa para remediar los problemas sociales y económicos de las ciudades inmersas en un contexto de crisis. Por ello han puesto en marcha un nuevo método de planificación urbana, cuyo lema es “Reducir para sobrevivir” (“Shrink to Survive”). Uno de los encargados de esta misión es Dan Kildee, tesorero del Condado de Genesee, que se encuentra en la ciudad de Flint, una de las más pobres del país. Kildee aplicó este sistema en esta ciudad, demoliendo viviendas abandonadas en los barrios residenciales y sitios industriales desmantelados a causa de la crisis. Esta nueva visión de la planificación urbana promueve ciudades más pequeñas, para permitir destinar más recursos al desarrollo social, ahorrando en gastos tales como el sistema de desechos (con frecuencia los empleados recorrían muchos kilómetros sin encontrar un solo basurero). La administración de Obama planea implementar este sistema en cincuenta ciudades del país, en la zona de los antiguos centros industriales particularmente afectados por distintas crisis, los cuales tienen barrios que están completamente abandonados. Así está previsto reemplazar estos barrios abandonados por parques públicos y bosques.
Si estas diversas experiencias son muy interesantes y proporcionan una luz de esperanza ante la visión de ciudades tentaculares en las que abundan la pobreza y la desigualdad, es sin embargo imprescindible estar atentos a no crear una ciudad museo, la cual no permitiría que todos se expresen. De hecho, el movimiento Cittaslow advierte que una ciudad lenta no debe recogerse sobre sí misma sino trabajar para que surjan nuevas solidaridades entre los territorios, los barrios, entre las ciudades y sus suburbios, entre la urbe y el campo, y por supuesto, entre las naciones y los continentes. Tal como lo plantea Paolo Saturnini, miembro de Cittaslow International y ex alcalde de Greve, se debe impedir el crecimiento desmedido de la ciudad, mediante una política de planificación urbana guiada por los principios de control de nuevas edificaciones y especialmente de reutilización de los edificios existentes asignándoles nuevas funciones.
Esto último es un aspecto que se podría criticar a los proyectos “shrink city” de la administración Obama. Esta perspectiva y las acciones que de ella resultan, como por ejemplo la destrucción de viviendas desocupadas, no deben ocultar la tragedia de estos barrios abandonados. De hecho, se trata de barrios periféricos en los cuales las familias de clase media popular compraron sus casas, endeudándose por muchos años, y por causa de la crisis no pudieron continuar pagando los dividendos. Debieron ver entonces cómo sus casas hipotecadas fueron vendidas para pagar las deudas. Esto constituye una verdadera tragedia social creada por el sistema capitalista que generó esta crisis, y no deberíamos olvidar esto cuando los políticos presentan sus proyectos de construcción de áreas verdes sobre los mismos lugares. Pareciera entonces que, más que demoler casas, es urgente repensar claramente nuestras concepciones de la ciudad, y en un plano más general, todo el sistema que nos rige, para al fin construir una sociedad más justa.
condiciones de vida, desarrollo sostenible, agricultura sostenible, impacto ambiental, medio ambiente
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Texto original
Referencias
Cittaslow Charter: www.cittaslow.org.uk/images/Download/cittaslow_charter.pdf.
Cittaslow Movement: www.cittaslow.net.
Habitat International Coalition. “El crecimiento no es la opción: hay que achicar las ciudades!”. 2009. www.hic-net.org/articles.php?pid=3124.
Habitat International Coalition. “Des villes lentes, vite!”. Le Journal de la Décroissance, no. 47. March 2008. Décroissance et villes lentes: www.hic-net.org/news.php?pid=3146.
Habitat International Coalition. “La ville lente c’est possible ici et maintenant”. Le Journal de la Décroissance, no. 47. March 2008. www.hic-net.org/news.php?pid=3147.
Habitat International Coalition. “CittaSlow contre Ecopolis”. Le Journal de la Décroissance, no. 47. March 2008. www.hic-net.org/news.php?pid=3148.
Leonard, Tom. “US cities may have to be bulldozed in order to survive”. Telegraph.co.uk. June 12, 2009. www.telegraph.co.uk/finance/financetopics/financialcrisis/5516536/US-cities-may-have-to-be-bulldozed-in-order-to-survive.html.
HIC (Habitat International Coalition) - General Secretariat / Ana Sugranyes Santiago Bueras 142, Of.22, Santiago, CHILI - Tel/fax: + 56-2-664 1393, + 56-2-664 9390 - Chile - www.hic-net.org/ - gs (@) hic-net.org