Situación actual de la reforma agraria en Sudáfrica
08 / 2004
Después de la caída del apartheid en Sudáfrica, el gobierno inició un proceso de “reforma agraria” supuestamente progresista para acabar con el monopolio de tierras productivas que hasta entonces estaban en manos de los blancos. El gobierno fue aconsejado por el Banco Mundial para llevar a cabo dicha reforma y los resultados fueron malos:
A finales de 2001 menos del 2% de las tierras habían cambiado de manos blancas a manos negras.
De 68 878 reclamaciones de tierras recibidas, solo 12 678 (un 18%) habían sido resueltas, beneficiando a unas 40 000 familias predominantemente urbanas.
Más del 40% de estas familias recibieron una compensación monetaria en lugar de una restitución de la tierra.
A la vista de este rotundo fracaso, el nuevo programa lanzado por el Banco Mundial en 2001, requiere una aportación mínima de 500 US$, con el claro objetivo de seleccionar a productores “eficientes”, lo que significa que los beneficiarios son los propietarios negros de la clase media, no los pobres. Éstos no disponen de renta para llegar a la aportación mínima y por tanto no cumplen los requisitos para acceder a la tierra. De hecho la pretensión del gobierno Sudafricano a través de este proceso de supuesta “reforma agraria” es integrar a una clase alta y media negra en la agricultura industrial (agri-business).
Hechos como estos son desconocidos para la mayor parte de la sociedad civil sudafricana y son un reflejo del exiguo efecto que el fin del apartheid político ha tenido sobre la propiedad de la tierra en el mundo rural sudafricano.
En este contexto, Land Research Action Network (LRAN) es una red de investigadores cuyo objetivo es dotar a los movimientos sociales de argumentos para contrarrestar al “pensamiento único”. Se trata de hacer investigación para la acción: ya sea acción directa, apoyo a organizaciones civiles o construcción de alternativas de crecimiento independientes del neoliberalismo.
Por ejemplo en las recientes elecciones sudafricanas celebradas en 2004, un movimiento social llamado Landless People Movement (LPM, Movimiento de Gente sin Tierra) inició una campaña llamada “Sin tierra no hay voto” para presionar a la clase política en las reivindicaciones de reparto de tierra de las clases pobres. Dicho movimiento fue brutalmente reprimido por las autoridades sudafricanas, siendo denunciadas torturas a tres mujeres activistas y el procesamiento de 52 de los activistas por “actividades anticonstitucionales”. LRAN apoyó al LPM dando formación en investigación a los activistas de dicha organización para que puedan acceder a la información, construir su discurso y criticar la reforma agraria del gobierno con datos reales.
En otro caso, LRAN está elaborando una base de datos nacional donde se recojan todos los casos de reclamación de tierras por parte de campesinos negros cuyos casos han sido desestimados a causa de la declaración por parte de los propietarios blancos de “reserva nacional de fauna” de las tierras que debían devolver a dichos campesinos. Una sola queja nunca es atendida, pero todas las quejas juntas sí lo serán.
La propuesta de LRAN respecto a la reforma agraria es apoyar y potenciar a las asociaciones civiles que trabajan para conseguir una reforma agraria fuera de las reglas del neoliberalismo a través de la investigación y la formación.
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Foro Mundial sobre la Reforma Agraria (FMRA)
La prometida reforma agraria post-apartheid no ha tenido lugar en Sudáfrica. Condicionado por el Banco Mundial, el miedo a su poca autoridad moral y su inscripción dentro del neoliberalismo africano del NEPAD (Nueva Asociación para el Desarrollo de África), el gobierno sudafricano ha llevado a cabo una tímida reforma agraria con un solo objetivo: repartir una pequeña parte de las tierras en manos de la élite blanca entre una nueva clase alta y media negra con capacidad para entrar en la agroindustria. En este sentido, los datos son claros: la tierra no ha cambiado de manos.
El pequeño agricultor negro no tiene los recursos suficientes para poder reclamar legalmente la tierra de sus antepasados y el Gobierno no se los da. En muchos casos el problema se encuentra ya en la base del proceso: el campesino no tiene dinero para pagar a un abogado que le tramite su reclamación de tierra. En otros casos el fallo se da más tarde y el antiguo propietario que puede pagar el proceso de reclamación forma parte de una clase media urbana a la que ya no le interesa la explotación de la tierra y prefiere recibir una compensación económica del actual propietario. En otros casos, el propietario blanco busca subterfugios legales para no devolver las tierras reclamadas.
A esta problemática hay que añadirle el drama del SIDA, que en las zonas rurales puede llegar a alcanzar al 30% de la población. Esta enfermedad diezma la capacidad de trabajo del campesinado, privándolo de su fuerza de trabajo. Y sin fuerza de trabajo, el reparto de la tierra ya no procede.
De este modo, entre el prácticamente nulo empeño político del gobierno unido a su giro neoliberal y las dificultades añadidas por la epidemia del SIDA, actualmente la reforma agraria en Sudáfrica parece un reto imposible.
Iniciativas como las de LRAN son un paso adelante para iniciar un cambio en el proceso de reforma agraria que nazca de la base, de los que sufren directamente el problema: los campesinos. Solamente desde un cambio político se puede realizar la reforma agraria y la vía más democrática (y larga) para conseguirlo es la organización de la sociedad civil, de los que sufren el problema en primera persona.
Esta ficha fue realizada durante el Foro Mundial sobre la Reforma Agraria (FMRA), organizado por el CERAI en Valencia (España) del 5 al 8 de diciembre del 2004. La colecta de experiencias fue conducida por ALMEDIO Consulting (www.almedio.fr) gracias al apoyo de la Fondation Charles Léopold Mayer.
Entrevista
PATEL, Raj. <patel@ukzn.ac.za>
Organisme-contact : Centre for Civil Society en Durban, South Africa. Land Research Action Network. Voice of the Turtle.
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