02 / 2005
Origen de Amnistía Internacional
Amnistía Internacional fue creada en 1961 en Gran Bretaña por el periodista y abogado Peter Benenson. Su origen –asombrosamente similar al de ATTAC- fue producto de las reacciones que obtuvo un artículo por él escrito sobre dos estudiantes encarcelados en Portugal. Actualmente, Amnistía Internacional es al más importante organización mundial por los derechos humanos con alrededor de 1 millón de miembros y adherentes en 140 países.
En la década de 1970 y 1980 fue la organización más relevante en la lucha y defensa por el respeto de los derechos civiles y políticos de los disidentes en todo el mundo, y en la oposición a las torturas, encarcelamientos ilegales, asesinatos y persecuciones que las dictaduras y totalitarismos llevaban adelante. Luego de estos años de gran movilización mundial, en la década de 1990 (una vez finalizada la democratización de gran parte de América Latina y África y disueltos los regímenes totalitarios en Europa del Este y los países que componían la Unión Soviética), la organización se focalizó en la lucha contra la pena de muerte, el respeto por los derechos de los refugiados y la permanente defensa de los llamados “presos de conciencia”. Las transformaciones del mundo afectaron muy fuertemente a Amnistía Internacional, obligándola a revisar algunos de sus parámetros básicos. Por ejemplo, hace pocos años, se incluyó la posibilidad de trabajar por el cumplimiento de los derechos económicos y sociales, pero aún no ha podido ser articulado en la práctica. Otro de los importantes cambios es la autorización para trabajar en cada oficina nacional por causas que sucedan en el mismo país (antes, a fin de garantizar la independencia y objetividad de la organización con respecto a la política nacional, esto estaba prohibido, funcionando por un principio de solidaridad internacional).
En el marco de estos profundos cambios que la organización impulsa desde la segunda mitad de la década de 1990, según algunos, también se busca reformular la militancia en la organización.
Amnistía Internacional en Argentina
El surgimiento de Amnistía Internacional en Argentina se remonta a las décadas de 1970 y 1980 y su lucha contra las violaciones a los derechos humanos por el régimen militar imperante en el país. Esta, junto con organizaciones como Abuelas de Plaza de Mayo, Madres de Plaza de Mayo y la organización del premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel - Servicio de Paz y Justicia (SERPAJ)- fueron las que marcaron el ritmo de la movilización social en la Argentina durante el régimen militar (fines de éste) y el proceso de democratización (1983 en adelante).
A pesar de ello, años más tarde la sede argentina de Amnistía Internacional comienza a sufrir una grave crisis interna, producto de diferencias entre sus miembros, generando que la oficina central en Gran Bretaña decidiera intervenir la sede local en 2003, reformándola íntegramente.
A casi dos años de iniciada la reestructuración, Amnistía Internacional de Argentina, presenta un esquema organizativo fuertemente ejecutivo, pero preservando la estructura de sus grupos locales o por afinidad y sus márgenes de relativa autonomía (Gráfico VI). En el gráfico podemos ver que los jóvenes participan mayormente en los grupos informales, y –a diferencia de en ATTAC - no ocupan posiciones en donde sean tomadas las decisiones de la organización (aunque informalmente un grupo de ellos están vinculados con la presidencia).
Los jóvenes en Amnistía Internacional de Argentina
A pesar de no haber jóvenes en las posiciones directivas de la organización, en Amnistía Internacional de Argentina hay muchos más jóvenes que en ATTAC, siendo unos 250 los “simpatizantes”, existiendo entre ellos unos 70 “militantes”, algunos incluso parte del círculo “duro”. Casi la totalidad de los miembros activos (o parte del círculo de “militantes”) están organizados en siete grupos informales, tres de los cuales tienen una existencia previa a la crisis y reestructuración que sufrió la organización. En los tres más antiguos (La Plata, Voluntópolis y Tucumán), los dos primeros están vinculados a universidades (de La Plata y de Buenos Aires, respectivamente), participando en ellos jóvenes estudiantes o recién graduados. Por ejemplo, en el grupo Voluntópolis, los miembros son personas de entre 24 y 26 años, estudiantes o recién egresados de carreras sociales (ciencia política y sociología) o de humanidades (filosofía), todos de la misma universidad. Por su parte, el grupo Tucumán es el más heterogéneo (y el único del interior del país), donde participan jóvenes y adultos con interés en la temática, pero sin relación con las universidades.
Gráfico VI: Estructura organizativa de hecho* -Amnistía Internacional en Argentina
* No es necesariamente reflejo de lo que expresa el estatuto (en proceso de revisión).
** Son 7 grupos, 3 más antiguos y numerosos (La Plata, Tucumán y Voluntópolis) y 4 nuevos (Psicología - Universidad de Buenos Aires, Ciclo Básico Común – Universidad de Buenos Aires, Derecho – Universidad de Buenos Aires [compuesto sólo por mujeres] y Universidad del Salvador).
Fuentes: entrevistas (diciembre de 2004 – enero de 2005).
Entre los nuevos grupos, que son cuatro, tres de ellos están vinculados a diferentes facultades de la Universidad de Buenos Aires (Psicología, Derecho y el Ciclo Básico Común). El cuarto grupo, aunque vinculado a una universidad, lo está con una privada y católica (Universidad del Salvador), donde los jóvenes son mayormente de ciencia política y relaciones internacionales. Todos los grupos, excepto por Derecho, están compuestos por varones y mujeres. El grupo de Derecho, aunque no se considera “feminista” o “de género”, es integrado únicamente por mujeres.
Los grupos son informales y autogestivos, desarrollando campañas de las que reciben instrucciones de la comisión directiva y/o el director ejecutivo. Todas estas campañas provienen de la sede internacional. Paralelamente, los grupos desarrollan actividades locales como debates y conferencias en las universidades y la preparación de las Acciones Urgentes (cartas enviadas a las autoridades estatales del mundo a fin de abogar por la libertad y/o el respeto a los derechos de personas afectadas en sus derechos). Igualmente, éste último punto está teniendo cada vez menos adeptos entre los miembros.
El grupo de la Universidad del Salvador, a diferencia de todos los demás, participa colaborando como voluntarios con el director ejecutivo en las tareas de gestión y de rutina diaria, no involucrándose en las decisiones de la organización o en el activismo. Apoyan la “causa” ofreciendo tiempo de trabajo gratuito, a cambio de experiencia. J., miembro del grupo Voluntópolis, y quién se considera un joven más cercano a lo que entiende como la “militancia clásica” (definida por él como autogestiva, horizontal y “rebelde”), comenta críticamente sobre la forma de participación del grupo de la Universidad del Salvador (aunque reconoce que hace poco que participan, y tal vez con el tiempo vayan interesándose más en implicarse):
Ellos son chicos buenos que quieren ayudar. Pero no piensan que ellos deban tomar las decisiones respecto de qué se debe hacer. Ellos son como pasantes. Viven su experiencia como la de personas que van en camino hacia algún lado, y están acumulando conocimiento o alguna experiencia especial. Están donando su trabajo para una organización en cuyo manejo no tienen mucha injerencia… y por el momento no parecen querer tener (entrevista).
En el caso de los jóvenes de la Universidad del Salvador vemos otra forma posible de participación. El voluntariado en actividades diarias de la organización, es una tarea rutinaria y tediosa para muchos, pero es imprescindible en toda organización (más, como es el caso aquí, cuando no se dispone de recursos para contratar staff). Es una forma de participación que podría ubicarse en el círculo de “vinculados”, ya que estos jóvenes están aquí y ahora haciendo esto, pero no buscan –al menos aún- internarse en la complejidad de la organización política de Amnistía Internacional. Lo que de todas maneras observamos en este grupo, es que aquellos que se acercan tienen interés en desarrollarse biográfica-profesionalmente (adquirir experiencia) en una “causa”/ organización en la que parecen confiar. Es muy probable que muchos de ellos simplemente vuelvan a sus vidas diarias con esta experiencia, pero otros seguirán, como dice Luciana de ATTAC, “boyando entre organizaciones” (entrevista) o se involucrarán más en ésta.
El resto de los grupos, según J., parecen en cambio más interesados en ser parte de las decisiones de la organización. Tanto es así, que la presidencia actual es ejercida por una persona cuya militancia se desarrolló en el marco del grupo La Plata.
J., quien proviene de la militancia estudiantil en su facultad (independiente progresista), aunque no busca desarrollarse profesionalmente en la militancia en derechos humanos, es un reciente licenciado en filosofía especializándose en ética y los fundamentos filosóficos de los derechos humanos. En el caso de J. vemos otra de las fuentes de la activación de los jóvenes, el interés por experimentar con su propio cuerpo ideales y principios que se sostienen. Para ello, por medio de una amiga miembro de una organización política, conoció a Amnistía Internacional, y se involucró en el grupo Voluntópolis. Se implicó mucho en las campañas de Acciones Urgentes (raison d’ être y corazón de la asociación), aunque luego de un tiempo de preparar cartas y nunca recibir respuestas o saber sobre el destino de esas personas a las que deseaba ayudar, se frustró y dejó de escribirlas. Como él mismo explica:
… fuimos [en el grupo Voluntópolis] dejando de hacer cosas como las Acciones Urgentes, porque nos aburría y justamente porque no veíamos el impacto. Era como tirar una botella al mar con una carta que decía: ‘todos tenemos derechos, que se respeten’, y esperar que alguien la encontrara y viniera e hiciera cumplir los derechos (entrevista).
Lo que J. vivió con las Acciones Urgentes, es uno de los motivos principales por los que muchos jóvenes se van alejando de ciertas organizaciones: el “aburrimiento” que genera la falta de resultados observables en las acciones en las que se involucran. Esto mismo se obtuvo como resultado de encuestas realizadas en Alemania, donde los jóvenes reconocían que la participación debe dar “placer”, es decir, la satisfacción de vivenciar la propia efectividad del actuar (Bendit, 2000: 52; en Estados Unidos los resultados son similares, ver Wilkinson, 1999: 124-125). El placer o diversión del participar no radica en que –como muchas veces se afirma- los jóvenes deseen que su participación sea lúdica o casi carnavalesca. Sino que –una vez desarticulados los meta-relatos que aseguraban una victoria aunque todo indicara lo contrario- el placer/ diversión de la participación se encuentra en el hecho de que el sujeto vea acción propositiva con resultados verificables para saber que su experiencia vale la pena. Ya no ata a ningún joven la obligatoria abnegación del militante clásico; la fe en la “causa” no es más que el disparador, la permanencia se sostiene en los resultados. Esto, incluso, puede significar (y tal vez suceda con el grupo de jóvenes de la Universidad del Salvador) que no se pierda la fe, sino que se cambie de canal, buscando otras organizaciones o constituyéndose en grupos informales. En otras palabras, aunque los motivos por los que participan J. como los jóvenes de la Universidad del Salvador pueden ser diversos (la búsqueda de experiencia profesional vs. el deseo de plasmar principios e ideales en la práctica), ambos comparten el deseo de ver resultados en lo que hagan. Buscan el enriquecimiento personal y el aporte hacia Amnistía Internacional y el respeto internacional por los derechos humanos.
E-activismo: las tecnologías de las comunicaciones y la participación política
La Internet es un instrumento que ha cambiado en muchos casos la forma de participación política - no sólo, pero principalmente- de los jóvenes. Muchos jóvenes se expresan por este medio a través de campañas puntuales (como Stop Torture de Amnistía Internacional, basada casi íntegramente en el portal www.stoptorture.org) o por medio de instituciones que se constituyen como redes o nodos de comunicación y articulación virtual (como institución en el ámbito juvenil la más importante es www.takingitglobal.org, pero existen muchas otras generales o por rubros diversos, como es la comunicación alternativa: www.indymedia.org). También, la conexión en redes de correo electrónico han afectado las comunicaciones y favorecido –al menos- un conocimiento más extendido de experiencias distantes (www.yahoogroups.com, aunque comercial, y no especializada en redes de activismo, es la más utilizada).
Lejos de ser una panacea que ha eliminado las distancias, la Internet (como instrumento comunicativo y tecnológico) se inserta en la realidad pre-existente, reproduciendo su inequidades. Si consideramos que actualmente sólo entre un 2 y 3% de la población mundial tiene conexión a la Internet (Larson, 2002: 19), y que de ésta, el 34,5% se encuentra en Estados Unidos y Canadá, el 31,9% en Europa y el 29,3% en el Sudeste Asiático y Australia (elaborado en base a DESA: 2004, 318), vemos como más que acercar distancias, extrema polos. Por un lado, aquellos que viven las transformaciones de este mundo como autonomía y realización reflexiva de la propia individualidad, y por el otro, aquellos que viven estos cambios como fragilización y caída social. Esto es más que evidente por el hecho de que en toda África hay apenas 6 millones de usuarios, 50% de los cuáles habita en Sudáfrica (frente a 200 millones sólo en Estados Unidos y Canadá) (DESA: 2004, 318).
Otro dato que debe considerarse es que mientras en el mundo existen entre unas 3000 y 4000 lenguas, el 80% de las páginas de la Internet están en inglés (DESA: 2004, 317). Así, a parte de la exclusión tecnológica, se agrega una idiomática.
Considerando estas salvedades que deben ser reconocidas para hablar del verdadero impacto que tiene la Internet en el activismo entre los jóvenes, en el caso de las organizaciones sociales y políticas la Internet resulta un instrumento maleable, no teniendo los mismos efectos en todos los casos. Como dice Bennett:
Una idea en la que la mayoría de los observadores acuerdan es que las aplicaciones de la Internet, al igual que con la mayoría de los medios de comunicación, su uso depende fuertemente del contexto social. Como Castells (2001: 50) dice: ‘La Internet es una tecnología particularmente maleable, susceptible de ser profundamente modificada por las prácticas sociales, y llevando a un completo abanico de posibles resultados sociales’ (Bennett, 2003: 146).
En otras palabras, la forma de utilización de la Internet dependerá del tipo de organización de la que estemos hablando, así como de los objetivos con los cuales se la utilice. Como dice Bennett (2003: 145) el uso que le dé una organización burocrática y con años de historia no es el mismo que adoptaría un grupo nuevo e informal. Es muy probable que el primero utilice a esta tecnología como un mero recurso más para intervincular sus oficinas y militantes, moldeando a la Internet a sus necesidades. En cambio, el grupo más nuevo e informal, es muy probable que (debido a su falta de recursos) se sostenga sobre esta tecnología como medio para llevar adelante sus acciones, seguramente sufriendo más profundas modificaciones en su identidad y formas de accionar.
La importancia de la Internet en el activismo global ha llevado incluso a algunos a afirmar que la Internet debiera verse como una forma otra organizativa (ver Tarrow, 2003: 29), más que como un instrumento comunicativo. En nuestra opinión, es exagerado ver en la Internet una forma organizativa, ya que debe considerarse que el uso que se le dé generalmente afecta la organización, pero es ésta la que moldea a la tecnología, más que a la inversa. Creemos que las cualidades de la Internet, el ser “Policéntricas (socialmente distribuidas)[,] redes que [se] despliegan [de forma] horizont[al], no-jerárquica[mente], flexibles…” (Bennett, 2003: 146) es más una característica de los grupos que la utilizan, que de la Internet misma.
Como dice Bennett (2003), debemos considerar que la inclinación a utilizar la Internet de esa manera es más bien una cualidad propia de la identidad de aquellos que la utilicen, así como de la forma en que en general los jóvenes activistas alter-mundialización entienden la política. En otras palabras, esta forma de organización vía la Internet (pero no exclusivamente por medio de ésta) es propia de los grupos autonomistas, adaptando sus principios de organización flexible, informal, sin jerarquías ni autoridades. En los casos de organizaciones grandes y con burocracias estables, es un medio para explotar ciertas potencialidades de la organización misma.
E- activismo por los derechos humanos
El caso de Amnistía Internacional es muy interesante. J. nos comenta que la oficina internacional en Londres está impulsando, a su entender, una reformulación de la militancia en la organización. Observa que existe una tendencia creciente a cerrar las oficinas ubicadas en el Sur Global (todas deficitarias), como sucedió con Colombia y Brasil, y a reformular la participación de sus miembros en torno a las tecnologías de las comunicaciones. El nuevo miembro activo de Amnistía Internacional, se constituiría en un e-activista, es decir la organización se asentaría en un nuevo patrón:
Sin militancia clásica, con militancia virtual. Es decir, tipos [personas] que están dispuestos a firmar cadenas de mails [correo electrónico] y a reenviarlas; tipos que están dispuestos a pagar una cuota; tipos que están dispuestos a ir a una movilización y a hacer una bandera (…) Pero no una organización, un conjunto de militantes organizados con ideas políticas y cierta autonomía de pensamiento. Sino un núcleo lo más tecnificado posible con una red mundial conectada por computadora (J., entrevista).
Es decir, constituir a Amnistía Internacional en una “comunidad epistémica”, ideológicamente débil, pero favoreciendo una identificación individual con la “causa”. En el caso de Amnistía Internacional (al menos por el desarrollo que tuvo la campaña Stop Torture) esta identificación sería principalmente por empatía con los afectados que por una concientización profunda sobre los derechos humanos y sus protocolos internacionales. En palabras de J., mientras favorecería la participación global masiva, “El joven que se acerca, se acerca porque le gustó eso. Pero se reduce a eso (…) vuelve a participar si le envían otra historia con foto [donde pueda ver a los que son víctimas]” (entrevista). Según él mismo cree (que prefiere una militancia de base territorial y autogestiva) el e-activismo “Quizás lo que no produce es un panorama y una conciencia general de lo que son los derechos humanos, que es lo que define a un militante (…) Sino más bien compromisos con situaciones particulares” (entrevista).
Independientemente de si éste será o no el futuro de Amnistía Internacional, lo que muestra este ejemplo de utilización de las tecnologías de las comunicaciones, es que la Internet no necesariamente moldea una institución con años de historia. Por el contrario, es un ejemplo de como puede ser un recurso que ésta utilice para afrontar la desmovilización que vive desde la década de 1990, adaptándose a los cambios que sufre en las oportunidades políticas para su accionar. En relación con las juventudes, lo que es probable es que los que se activen sean un selecto grupo con un buen manejo de la informática y del inglés, elitizando el activismo. También, estas tecnologías acentuarían la individualidad, asegurándose que ésta no se pierda en la masa, pero también debilitando la sensación de pertenencia y las relaciones sociales personales que son un factor central (e irremplazable) en la constitución biográfica del sujeto. Las relaciones personales, en especial los vínculos de amistad que se desarrollan entre los militantes, son un factor muy importante para la permanencia en un movimiento social a través del tiempo (Tarrow, 1997). La participación vía la Internet, mantiene al activista en los círculos de “simpatizantes”, asegurando la activación por campañas puntuales (como sucedió con los jóvenes en ATTAC, ver documento mencionado anteriormente), pero puede alejar la visibilidad del impacto de la acción si la participación se reduce exclusivamente a la Internet.
ciencias sociales, ciencias políticas, sociología, joven, participación popular, movimiento social, Internet, sociedad civil
, Argentina
La juventud en movimiento : informe sobre las formas de participación política de los jóvenes
Esta ficha está tan disponible en francés: Les mouvements transnationaux et le défi du « net-activisme » : le cas d’Amnesty International
Entrevista ; Artículos y dossiers ; Libro ; Informe
Personas entrevistadas: jóvenes activistas de Amnistía Internacional de Argentina (solicitaron que se preserve su identidad)
BENDIT R. (2000) “Participación social y política de los jóvenes en países de la Unión Europea”, en Balardini, S. (comp.) La participación social y política de los jóvenes en el horizonte del nuevo siglo, CLACSO: Buenos Aires.
BENNETT W. (2003) “Communicating Global Activism”, Information, Communication & Society, Vol. 6, Núm. 2, Oxford.
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