Hábitat y entorno

En Bogotálos niveles de pobreza alcanzan un 47 por ciento de la población. Una de las consecuencias de ésta situación es la ocupación del territorio en zonas definidas por la Unidad de Prevención y Atención de Desastres (Upes) del gobierno local como de alto riesgo por el peligro de inundaciones y deslizamientos. Esta realidad es cada vez m s frecuente por la concentración de la tierra en pocas manos y por los altos costos del mercado del suelo que son pr cticamente inalcanzables para los pobres. Cada día la situación se agrava por la presencia en Bogotáde miles de desplazados por la violencia cuya única alternativa es la de situarse en las laderas de las montañas o en las rondas de las quebradas quedando de ésta manera muy expuestos al peligro de un desastre. El mapa de los desplazados coincide en Bogotácon el mapa de riesgos ’naturales’.

En 1995, el Cinep inició un trabajo en 8 barrios periféricos de Bogotá(localidades de Chapinero y de San Cristóbal) con el objetivo de mejorar la calidad de vida de los pobres que allí habitaban.

Se inició con una etapa de diagnóstico en la que se combinaron las encuestas realizadas a 1.500 familias con la metodología de investigación acción participativa. Uno de los problemas m s sentidos por los pobladores(as) fue vivir en una zona de alto riesgo definida por las autoridades locales como zona de reubicación.

Esta situación llevó al equipo del Cinep a definir como prioritaria la organización comunitaria y los procesos educativos con el objeto de que los habitantes lograran mayores niveles de poder de negociación frente a la reubicación de sus viviendas y de su entorno.

Se realizaron talleres, jornadas , entrevistas y reuniones como medios para alcanzar los objetivos planteados.

Simult neamente se trabajó con las autoridades locales para abrir espacios de participación en los cuales los pobladores(as) tuvieran acceso a la información relacionada con los pasos de la reubicación, las exigencias de la misma, el valor de sus viviendas, el significado y compromisos de adquirir una nueva vivienda así como elaborar el duelo por lo que significaba dejar el barrio en el que habían vivido por diez años, así como separarse de sus amigos y del entorno.

Hoy, tres años m s tarde 1998, 300 familias fueron reubicadas y se encuentran en barrios nuevos, sin riesgo físico pero asumiendo el riesgo económico. Los habitantes reubicados vivían en barrios ilegales sin tener que pagar servicios públicos ni cuotas por sus viviendas. Han pasado a la legalidad y a pagar por los servicios y por las cuotas de sus casas. Se sienten ciudadanos. Su autoestima se ha elevado pero enfrentan las dificultades propias de un modelo económico que los excluye y que ofrece pocas posibilidades para los pobres de encontrar trabajo e ingresos. Esta realidad se presenta como una nueva vulnerabilidad pues temen el riesgo de perder sus casas por no poder pagar los servicios.

Estos tipos de proyectos merecen una reflexión profunda . La vivienda tiene que concebirse como productiva para que genere ingresos y no se convierta en un cuello de botella que deja a los pobres en situación muy vulnerable. Adem s, se requieren estrategias para enfrentar la pobreza mediante políticas públicas que enfrenten los problemas ambientales y del entorno de manera integral y con buenos niveles de concertación entre los pobladores(as) transformados en actores, las organizaciones locales gubernamentales y no gubernamentales.