En Estados Unidos se dice que el presidente Clinton no pudo vender el TLC, por lo que tuvo que comprarlo. Si el debate en el Congreso estadounidense se hubiese dado el 10 de noviembre éste no hubiera pasado. Lo que modificó la relación de fuerzas y de votos fue finalmente el "pork barrel", que es una especie de "compra de votos" a través de favores especiales relacionados con los distritos. No hubo sutileza alguna en el trato, por ejemplo, al final de la carta enviada por Clinton al congresista English proponiendo tratos en trigo y cacahuates decía: "Confío en que estas acciones y seguridades lo motivarán para apoyar el TLC".
La delegación de Florida era una de las que encabezaban la lista de oponentes al tratado. En el caso de tomates y pimiento morrón, en lugar de obligarse a demandar en el corto plazo el monitoreo por parte de la Comisión Internacional de Comercio, la industria relacionada con estos productos podrá hacerlo hasta el año 2009. Además el representante comercial Kantor se comprometió a aumentar las inspecciones de los productos mexicanos que se importen a EEUU.
En el caso de los agricultores e industriales de Florida, Clinton aseguró a los productores de frutas y vegetales que ningún otro nuevo país llegaría a participar en la Iniciativa de la Cuenca del Caribe si ello afectaba sus intereses.
El caso del azúcar fue sin duda ek "triunfo" mas glamoroso para los negociadores mexicanos. Como originalmente se había negociado, el TLC hacía posible a los productores azucareros mexicanos tener un acceso ilimitado a los mercados norteamericanos después de 6 años, si México demostraba que era un productor excedentario neto de azúcar. Esto sólo podía cumplirse si el edulcurante de grano, que puede reemplazar fácilmente al azúcar en productos como bebidas suaves, no era considerado en el cálculo del consumo de azúcar. El acuerdo negociado en los últimos días del debate del TLC estipula que México debe contabilizar su consumo de todo tipo de azúcares confrontado con su producción y, como una manera de apaciguar a la industria mexicana del azúcar, se incrementa la cuota de 150,000 ton. métricas a 250,000 en los años 7-14 del periodo de transición. El problema es que con ello México tendrá menos acceso al mercado de azúcar norteamericano que el que hubiera tenido sin cambios en las negociaciones.
En cítricos, el nuevo acuerdo consiste en la imposicion de un límite a las importaciones mexicanas si el precio del jugo cae por debajo del promedio de precios establecido en cinco años para el mes correspondiente.
Los productores estadounidenses de maíz, supuestos ganadores del TLC pues exportarán mayor cantidad de grano a México, se quejan porque la política de precios norteamericana los ubica en niveles artificiales, por lo que mayores exportaciones signifcan también mayores pérdidas. El incremento estimado en los precios del maíz de 6 centavos después de 15 años no parece muy significativo.
Finalmente, sabemos que en EEUU se mantiene (y se mantendrá)una política de intervención estatal en la agricultura basada en la producción, y se ha decidido en contra de un programa de subsidios desacoplados como el mexicano Procampo. No es de extrañar que muchos miembros del Congreso norteamericano estubieran muy preocupados sobre el impacto del TLC en la agricultura mexicana, especialmente con relación al ritmo de desplazamiento de aquellos productores incapaces de competir con la política norteamericana de liberalización en el área de los granos.
influence of market on agriculture, international trade, agricultural policy
, Mexico, United states
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LEHMAN, Karen, Saldos y Vericuetos del TLC en la Agricultura in. La Jornada del Campo, 1993/11/30 (México), Año 2 número 21
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