Aquí en Hong Kong, la situación de los medios electrónicos de comunicación es excitante! Parece que tenemos una gran oferta de programas pero, en realidad, resultan ser muy parecidos entre ellos, ya que necesitan satisfacer el gusto popular. Los intereses minoritarios son ignorados y los programas no convencionales casi no existen. El elevado costo de emisión hace además prohibitivo su acceso por parte de la población en general.
En diciembre de 1992, cuando Wharf Cable obtuvo la licencia de difusión por cable -después de haber funcionado privadamente, nació una esperanza de cambio. Trece estudiantes de comunicación y algunos ciudadanos interesados, solicitaron al gobernador la implementación del Canal de Acceso Público (CAP). Nuestra petición fue negada argumentándonos no haber suficientes canales en aquel momento, pero el gobierno acordó analizar la posibilidad de asignar la utilización del libre acceso en el futuro hasta para una máximo de tres canales.
El 31 de octubre de 1993, Wharf Cable comenzó su difusión con 11 canales. Los miembros del Consejo Legislativo de LEGCO (la instancia legislativa del gobierno), solicitaron al gobierno realizar un plan para la utilización de los tres canales de libre acceso. Se despertó la esperanza y un grupo de realizadores de video y de ciudadanos implicados fundaron Media Concern para continuar con el caso. En ese momento yo empecé a distribuirles información sobre CAP, proveniente de los Estados Unidos. En mayo de 1994 se realizó un documento en el que se fijaba la posición y se envió al gobierno. El gobierno ordenó la realización de un estudio de factibilidad y solicitó al público hacer oír sus opiniones. Las respuestas fueron pocas dado que muy poca gente, incluyendo los estudiantes de comunicación, entendían el funcionamiento de CAP.
Como resultado de ello, Media Concern organizó tres foros y yo y un par de personas entusiastas fundamos Media Acces, con el fin de organizar talleres para dar entrenamiento a activistas que podrían ayudar a presentar a la comunidad el funcionamiento de un canal como el CAP. Pero otros asuntos sociales urgentes (la igualdad de los derechos de la mujer y la expulsión forzada de los habitantes de la azotea de un inmueble), absorbieron toda la energía de los pocos activistas disponibles. Tan sólo pudimos escribir un nuevo documento en donde definíamos nuestra posición y empezar una pequeña campaña de recolección de firmas.
Mientras tanto, la actitud del gobierno se hacía cada vez más negativa. El asunto empezaba a caer en las viejas excusas: que dado que el CAP debería transmitir programas previstos por el público, podría ofender la moral y la sensibilidad públicas; que el CAP contradice la noción por la cual las estaciones deben ser responsables de aquello que difunden. El grupo que realizó el estudio de factibilidad nunca tomó la iniciativa de conocer la opinión pública y el reporte prometido nunca se hizo público.
En mayo de 1995, basándose en este reporte no publicado, el Consejo Ejecutivo (órgano de consejería política del gobernador), rechazó la idea del CAP. Nuestra campaña de recolección de firmas durante un día y las cartas de protesta, fueron devueltas con una amable carta de agradecimientos. Los defensores del CAP ya estaban comprometidos con otros asuntos y no desarrollaron más acciones. La lucha fue un fracaso. Algunos de los factores de este fracaso son exclusivamente locales; sin embargo, quizás los otros factores puedan servir de experiencia para otras luchas por la defensa de los canales CAP.
Uno de los factores singulares es el reintegro de Hong Kong -actualmente una colonia Británica, a la soberanía China en 1997, lo que provoca un sentido general de impotencia que mina nuestros esfuerzos para movilizar la gente. Igualmente, al no querer enfurecer el gobierno de China, se ha difundido una autocensura a través de las instituciones locales. Los oficiales del gobierno, en una reunión de un subcomité de una LEGCO, han indicado en efecto, que no habrá ningún CAP porque el gobierno de China no lo permitiría. Esto explica también por qué la respuesta frente al rechazo del Consejo Ejecutivo, fue moderada. Los activistas se dieron cuenta entonces que era inútil continuar la lucha. Para mí, la lucha es tan sólo un proceso educativo que merece continuarse.
Entre los factores que parecen ser universales se encuentra la falta de conocimiento respecto de los CAP, para que sus defensores hubiesen difundido la idea desde el comienzo. Otro factor tiene que ver con una ciudad como Hong Kong, agitada y extremamente capitalista. Dado que se encuentra muy orientada hacia el dinero, hay muy pocos activistas aquí presentes. El costo de vida, la alta competencia, un sistema de bienestar social deficiente, la inseguridad financiera y la tentación materialista, vuelven loco a todo el mundo y resulta difícil tomar el tiempo y la energía para ampliar su interés respecto de los problemas sociales. Estos enemigos no son fáciles de vencer pero debemos mirarlos de frente y no permitir que la frustración nos invada.
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Videazimut, La lucha por el derecho de comunicar in. Clips, 1995 (Canada), 9
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