¿Existe UNA manera de empezar a elaborar una capitalización de la experiencia? Para nosotros el testimonio y el trabajo documental, con su recojo de hechos, de pistas, de anécdotas, de ideas, fueron siempre una etapa previa muy útil. Pero llega el momento en que se necesita superar esta fase, ponerse a elaborar, a interpretar, a preparar un material apto para ser difundido. Cada quien lo hace a su manera.
El desafío es el siguiente: respetar las diferentes visiones, ya que sólo así podrán nuestros actor es de experiencias, quienes en general son gente de terreno, afirmarse como autores de conocimientos y escritos; sólo así sabrán, cuando tropiezan con las limitaciones de los procedimientos empleados, encontrar otras posibilidades (nuevas o complementarias).
En realidad, ningún comienzo es malo en la medida en que se logra evitar tanto el obstinarse en un callejón sin salida como el desanimarse. Lo importante es lanzarse. Hasta tuve la oportunidad de constatar que ciertas recomendaciones sobre el método si se dan antes de que el autor arranque con sus ganas, podían ser frustrantes y bloquear. Más que las recomendaciones, son los ejemplos de resultados de capitalizaciones los que pueden estimular el despegue.
Sin embargo es importante tener otros recurs os a mano cuando los candidatos no saben por dónde comenzar y piden ayuda, o sino cuando algunos se sienten perdidos y reclaman apoyo para restablecerse.
Nuestros mejores resultados los obtuvimos alrededor de nuestras dos preguntas básicas:
« ¿Qué he (hem os) aprendido de la experiencia del Proyecto que pueda ser útil a los demás? »
« ¿Qué hechos, anécdotas o vivencias servirían mejor para expresar bien lo que he (hemos) aprendido y las reflexiones a las que he (hemos) llegado? »
A menudo el desbloqueo se di o al tratar de darle forma a algunas de estas anécdotas reveladoras.
Primero porque al escogerlas y priorizarlas surgen las ideas-fuerza sobre los aprendizajes realizados así como una especie de hilo conductor de lo que se quería decir.
También porque la formulación (escrita en nuestro caso) de la anécdota servía al mismo tiempo para alcanzar aquel estado de diálogo con el público que ayuda a lograr un producto más accesible y, sobre todo, que enriquece la elaboración de conocimientos.
Había que contar, y se cuenta a alguien mientras, en los escritos « serios », tenemos muchas veces la tendencia a abstraer demasiado y a abstraernos demasiado. Había que contar y dialogar, entonces el relato de la anécdota conducía a su vez hacia los comentarios, ya fuera revisando las reacciones y observaciones de aquel momento, ya fuera tomando distancia y reflexionando sobre las de hoy, aquellas que esperamos de nuestro público.
Por esto, en nuestras capitalizaciones, rara vez hay una separación rigurosa entre una fase de « interpretación », otra de elaboración de conocimiento y otra de « presentación » de dicha interpretación, o sea de escritura. Algunos estaban suficientemente claros desde el principio sobre lo que querían decir y compartir y por eso se lanzaban: entonces el diálogo con el público enriqueció sus aportes. Otros tenían « ganas » pero no sabían muy bien hacia dónde ir: contando, encontraron su camino poco a poco.
Por cierto, otros más no lo lograron, ya sea porque la reflexión no llegaba a profundizar la exp eriencia, ya sea porque se encerraban en un procedimiento de « tema a tratar » y nunca descubrían el placer de compartir alrededor de un eje de experiencia, por tanto de reflexión.
methodology, communication
, Latin America
Habría sin duda que prever otros procedimientos y otros rigores en el caso de capitalizaciones audiovisuales más que escritas. La ventaja de lo escrito es que casi no requiere inversión en material antes de la edición como tal, lo cual permite mayor libertad de acción.
Traducción de la ficha « Capitalisation : comment commencer l’élaboration »