A partir de estos dos grandes « subjetivos » que han guiado nuestro aprendizaje de lo que podría ser la capitalización de la experiencia (las relaciones entre saberes tienen jerarquías y exclusiones que bloquean el terreno; los saberes están en crisis y tenemos necesidad de una gran recomposición del saber), una multitud de pequeños « subjetivos » surgidos a lo largo de los años nos han inspirado a su vez. Por ejemplo.
Durante decenios hemos querido en los Andes responder al desafío de la coordinación inter institucional. ¡Cuántas pruebas, cuántas recomendaciones de toda clase, cuántos fracasos! Cada organismo tiene sus temas, sus métodos, sus emergencias, sus presupuestos - a conseguir y a gastar -, su sitio a consolidar: ni las buenas intenciones ni las técnicas propuestas eran suficientes. Pero también tuvimos algunas experiencias positivas: cuando era el grupo local el que imponía algunas reglas de juego a las instituciones externas. Lo comprobamos en el medio urbano, en alguna época de Villa El Salvador en Lima, por ejemplo. También en diferentes zonas rurales.
Lo interdisciplinario sería, si consideramos las tentativas de muchos organismos de desarrollo, un mito inaccesible. Lo más que se logra es yuxtaponer diferentes oficios y actividades pero rar a vez se consigue que conjuguen verdaderamente saberes y prácticas. Pero también hemos logrado verificar enormes progresos en cuanto al trabajo de terreno cuando los especialistas eran desafiados por los campesinos generalistas que les exigían conductas y aportes más coherentes.
Durante años he recibido incontables pedidos de apoyo a proyectos que buscaban un método para lo interinstitucional y lo interdisciplinario. He podido constatar que no se trataba de encontrar « el método » sino más bien de descubr ir primero cuáles serían las condiciones necesarias para lograrlo. Y dichas condiciones pasaban primero por los actores, sus roles, sus relaciones entre ellos. Más que técnicas e instrumentos, se trataba de comenzar por forjar situaciones y actitudes. A partir de ahí ya era posible recurrir a un enorme abanico de procedimientos, herramientas, métodos.
Entonces, el « cómo » es ante todo el « quién », el arte de los « quiénes »!
Lo mismo sucede con la capitalización. Lo más urgente no es encontrar una metodolog ía de capitalización de la experiencia. Al contrario, siempre hay peligro cuando se explican técnicas, instrumentos y procesos fuera de situaciones y actitudes concretas: a menudo se convierten en « paquetes » para aplicar en vez de quedar como referencia para inspirar y para apoyar una creatividad permanente al momento de las decisiones y las prácticas.
Por ejemplo, la capitalización es primero el arte de la confrontación y no el de la grabación y difusión.
Es la confrontación entre quién era yo antes de comenzar la experiencia y en quién me he convertido, entre los saberes aprendidos que poseía y los que creo haber adquirido, entre mis propuestas y acciones y las respuestas de la realidad.
Es la lectura de las confrontaciones entre los saberes, las cult uras y los intereses de los diferentes actores presentes; es recoger e interpretar los aprendizajes que se hicieron durante las confrontaciones, tanto las más violentas con sus cuestionamientos o conflictos como las más exaltantes con sus triunfos.
Es ta mbién la gana de confrontarse con las lecciones de otras experiencias, de otros grupos. Y, al mismo tiempo, es la confrontación entre la búsqueda del placer de ser escuchado y reconocido, y de compartir, y el miedo de exponerse demasiado a las miradas y las críticas.
De ahí la tendencia progresiva, en las capitalizaciones que hicimos, a emplear un tono menos impersonal, a decir « yo » y « nosotros »: para relativizar las afirmaciones, para contextuar sin entrar en descripciones demasiado complicadas o demas iado largas al querer hacerlas integrales, para favorecer el « yo » del otro en el diálogo vislumbrado.
methodology, intellectual property
, Latin America, Andean countries
Capitalizar nuestra propia experiencia de capitalización de la experiencia era un desafío cada día mayor que nos preocupaba a algunos colegas y a mí. Siempre nos habíamos imaginado hacerlo en forma de relato. Pero entonces, ¿cómo producir fichas que pudieran ser utilizadas separadamente, sin todas las precauciones de uso? Es justamente todo este aprendizaje de las relaciones entre el « cómo » y el « quién » lo que me llevó a buscar un estilo de fichas que usen y, algunas veces, abusen del « yo » y del « nosotros ». Sino, ¿cómo escapar al tono prescriptivo de escritos cortos? Pero ¿cómo entonces escapar a la personalización sobre un autor de aquello que es producto de muchos aprendizajes colectivos? Era mi desafío aquí y es un desafío que afrontamos en muchas de las capitalizaciones.
Traducción de la ficha « Capitalisation : le comment c’est d’abord le qui »