Las apuestas de la reforma educacional chilena
11 / 2007
Dentro de sus objetivos estaba el trabajar de manera transversal los temas relativos a ciudadanía, desde el primer ciclo básico e incluyendo aspectos más prácticos del ejercicio de la ciudadanía. Sin embargo, la observación confirma que cada vez más los jóvenes chilenos se recluyen en la esfera de lo privado.
La reforma educacional chilena que se comienza a implementar, como un proceso gradual, a partir del año 1990, contempla un cambio significativo en educación cívica, principalmente impulsado por los cambios vividos en el escenario político del país y su impacto en lo que a la enseñanza de esta temática refiere.
Los diagnósticos realizados en torno a este punto indicaban que, por un lado, la transmisión de este conocimiento estaba sesgada por el contexto sociopolítico de la dictadura y, por otro, se encontraba ubicaba en un curso -3º medio- en el que no se conseguían los impactos esperados a nivel de formación de ciudadanía en los jóvenes, dado que ya estaban en una etapa de culminación de su período escolar.
A partir de esa evaluación la reforma, en lo que respecta a la educación cívica, propone trabajar de manera transversal esta temática y no sólo como una asignatura independiente, que es como estaba planteada antiguamente. Además de intensificar la transmisión de contenidos específicos en el primer año de enseñanza media para así estimular tempranamente la formación de actitudes de ciudadanía en los escolares.
En términos de la transversalidad de esta temática, hoy es posible encontrar contenidos de identificación, descripción y apreciación de las instituciones locales y las culturas originarias en los dos primeros ciclos básicos; contenidos relativos a los conceptos de Democracia, Estado, Nación y Derechos en el segundo ciclo básico y, profundización en los conceptos de democracia, ciudadanía y libertades públicas en la enseñanza media.
En términos más específicos, la reforma estableció que se trabajara la temática como una unidad al interior del plan de estudios del sector de Historia y Ciencias Sociales del primer año de enseñanza media. Se ubica en ese momento del proceso escolar ya que se considera el adecuado para incorporar conocimientos relativos a la Organización Política del país, en los jóvenes escolares y que aquel es el momento oportuno, por el desarrollo intelectual y emocional, para que los escolares incorporen los aprendizajes y luego puedan aplicarlos a su vida personal y comunitaria de mejor manera.
Como se aprecia en el siguiente cuadro, los objetivos fundamentales para esta unidad revisan las diferentes formas de participación política –valorando la democracia como organización política pluralista-, los derechos y deberes de los ciudadanos y la organización administrativa del Estado. Por otro lado, los contenidos mínimos revisan, en mayor profundidad y precisión, los conceptos necesarios para la comprensión de la forma en que se ordena el Estado, tanto en lo que respecta a sus instituciones como a los espacios en los que los individuos pueden ejercer su ciudadanía. Finalmente, en lo que a aplicación práctica se refiere, la transmisión de estos contenidos contempla una vinculación real con el espacio comunitario de los estudiantes, como una forma de aplicar y practicar la ciudadanía que se propone.
Educación Cívica en los Planes de Estudio
Fuente: Currículum de la Educación Media. Objetivos Fundamentales y Contenidos Mínimos Obligatorios. FORMACIÓN GENERAL Historia y Ciencias Sociales. Documento Oficial. Ministerio de Educación. Actualización 2005
La definición de estos contenidos, para la Reforma, según lo expuesto por Vidal en su artículo “La Reforma Educacional: Calidad, Equidad e Igualdad en el proceso educativo”, tiene como objetivos finales por una parte, “la orientación del currículo como un currículo para la vida, que busca preparar a los jóvenes para desenvolverse con mayor propiedad en el ámbito personal, laboral y social” y por otra, “la necesidad de formar parte de la democracia”, o sea, según las propias palabras de Sergio Bitar, quien evaluara estos cambios desde su cargo como ministro de educación en el año 2004, “en el caso de la formación cívica, nuestro cambio curricular significó modificaciones de contenidos y en la importancia otorgada a los temas relacionados con la democracia”. Lo que refuerza la idea de que tras los cambios operados, hay una preocupación importante por reforzar esta forma de organización política para el país.
La implementación práctica
Lo hasta aquí señalado es lo que en el papel la reforma ha querido implementar, distinto es como aquello se lleva a la practica en el aula, espacio donde docentes y alumnos deben procesar en conjunto lo ofertado por los planes y programas y adecuarlos a su propia realidad.
En este proceso práctico es donde se comienzan a evidenciar las deficiencias, dificultades y aciertos para la conformación de ciudadanía activa a partir de los contenidos entregados. Ello, porque los objetivos que persigue la propuesta educacional muchas veces no van de la mano con las posibilidades de desarrollo que quisieran impulsar los docentes o desarrollar los jóvenes.
De acuerdo a lo que la reforma establece para la enseñanza de la educación cívica, se puede indicar que se propone un determinado tipo de ciudadanía: aquella que se ejerce a través de la representación política, o sea aquella que privilegia la participación a través de instituciones claramente definidas, con el traspaso del poder ciudadano a algunos individuos que serán los encargados de transmitir los intereses de la mayoría.
Aunque la reforma postula que los docentes pueden innovar o incorporar otros contenidos en las diferentes unidades a trabajar, en términos prácticos el espacio de tiempo para ello es tan limitado que en la práctica no es posible y por ende, los estudiantes terminan incorporando sólo aquellos contenidos que se establecen como mínimos, por ello es escasa la posibilidad de transmitir experiencias relativas a otras formas de participación y organización ciudadana que pudieran ser atractivas e interesante para los jóvenes.
Los jóvenes, por el contrario, han demostrado que les interesa explorar en aquellas alternativas diferentes de participación, basta con observar el fenómeno ocurrido, en Chile, durante la movilización de los estudiantes secundarios durante el mes de mayo de 2006, en aquel episodio los jóvenes secundarios, a partir de una mala evaluación del sistema educacional deciden paralizar sus actividades, tomarse sus colegios y liceos para generar un debate a nivel nacional al respecto. Este movimiento privilegió la Asamblea, como mecanismo de toma de decisiones, respecto de las negociaciones que mantenían con el gobierno para definir los acuerdos en relación a las peticiones y demandas para la mejora del sistema educacional y también para las definiciones del curso que la movilización debía seguir.
Por otro lado, que se entreguen los contenidos en primer año de enseñanza media no estaría teniendo el impacto esperado porque, a decir de los propios docentes, aún los jóvenes no tienen la madurez suficiente como para aprehenderlos y llevarlos a la práctica en su vida cotidiana. Como ejemplo, un par de estudiantes, al recordar el momento en que estudiaron aquella unidad, comentan, “la materia me era lejana, como algo que no tenía nada que ver conmigo y que no tenía sentido aprender porque la cosa ya estaba resuelta”, opina Mauricio, ex alumno del Instituto Nacional. “Quizás hay un problema de motivación, uno vive en una competencia constante que te quita las ganas de saber algo porque te sirve para la vida, sino que te alienas y lo piensas todo como para la utilidad en el momento mismo”, señala Coke, ex alumno del mismo establecimiento.
Todo lo señalado se puede cruzar con un análisis, realizado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) que indica que la reforma pone énfasis en la educación que apunte a una adecuada incorporación al mundo laboral, por sobre una adecuada incorporación al mundo cívico, de ello se desprendería el bajo peso que tiene esta temática al interior del currículo y a la percepción que los mismos jóvenes tienen respecto del rol que cumple la escuela en sus vidas. Así, el Informe del PNUD indica que entre los jóvenes se percibe a la escuela como fuente de conocimientos útiles para la vida laboral y no como fuente de valores ciudadanos, posición contraria a los grupos de mayor edad que opinan de forma inversa. De ello se desprende que en lo que respecta a este objetivo, “la función de la escuela como espacio de preparación para la inserción sociolaboral tiende a fortalecerse”, y que con el paso de los años va siendo mejor evaluada, especialmente al interior de los establecimientos escolares municipales.
El análisis de la implementación de la enseñanza de la educación cívica en el currículo escolar se puede hacer en base los intereses reales que expresan los jóvenes respecto de su propia participación como ciudadanos, al respecto, según la IV Encuesta Nacional de Juventud, se tiene que sobre el 70 % de los jóvenes no tiene identificación política alguna, sin embargo, valoran la democracia, sostienen que debe ser perfeccionada y que les sirve. En directa relación a ello, PNUD establece dos tendencias asociadas a la débil participación política de los jóvenes: a) Los jóvenes entre 18 y 24 años suelen manifestar una identidad política más débil que los otros grupos de edad, presentando un proceso de des-identificación entre quienes el Informe denomina « generación de la transición » y b) Entre los jóvenes denominados « políticos », por su identificación política, tienden a exhibir una mayor identificación con la oposición.
Ello se podría explicar porque « el joven enfrentaría una disonancia cognitiva producida por el deseo de transformar el estado de cosas existentes y de sentirse ineficaz de realizar dicho cambio. Al no cumplir su deseo, tiende a optar por un rechazo de la política. » (PNUD 2002, pp. 110)
Por otro lado, no se puede dejar de señalar que, si bien los jóvenes no manifiestan mayor interés por la participación política, sí se motivan por la incorporación a otros espacios de desarrollo personal y comunitario y por ello, según sus intereses personales se van a incorporar a diferentes espacios de participación, tal como muestra el cuadro a continuación, vinculados a temas de deporte, religión, ocio, cultura y voluntariados. En algunos casos, según la percepción y experiencia de un profesor de historia consultado, y que trabaja en un colegio particular subvencionado de la comuna de La Florida de Santiago (populosa comuna situada al sur de la ciudad), incluso se puede ver un interés significativo por la educación popular, como una forma de transmitir los conocimientos recibidos en el espacio escolar a otros espacios más deprivados. Finalmente, también es importante señalar que, las actividades de participación social que más atraen a los estudiantes son la recolección de dinero para causas sociales (85 %) y la junta de firmas para presentar una petición (77 %).
Deportivos | 21,7 |
Religiosos | 12 |
Juegos-Hobbies | 11,2 |
Virtuales | 11,8 |
Culturales | 9,8 |
Voluntariado | 4,8 |
Fuente: IV En cuesta Nacional de Juventud, Injuv, 2003
Llama la atención la aparición de nuevas formas de participación más vinculadas a la esfera privada que la pública, lo que podría estar indicando en una nueva forma de ejercer ciudadanía desde el hogar, que maximiza la utilización de la tecnología para ello y que apunta a un ejercicio de la ciudadanía mucho más globalizado y que no tiene directa relación con lo que el currículo escolar intenta transmitir, sino más bien con lo que propone un espacio diferente, como los medios de comunicación y el Internet, para su ejercicio. Ello pudiera estar indicando la pérdida de influencia que tiene el espacio escolar en las decisiones que toman los jóvenes tanto para su vida cotidiana como para su desarrollo futuro.
Participación, Educación Cívica y Gobernanza
Una de las preocupaciones que se derivan de la discusión planteada es cómo las opciones que se toman respecto de la transmisión de conocimientos relativos a la educación cívica pueden incidir en la inserción de los ciudadanos en el escenario de la política del país. Si se entendiera la política como lo que también se ha llamado gobernanza, o sea “la esfera de operaciones que hagan efectivas las acciones concertadas previamente con actores sociales” (Lecay 2006, pp.2), se debería generar un conocimiento cívico orientado a la comprensión del poder de manera distributiva, de una administración transparente de los recursos y promoviendo una sociedad civil organizada y comprometida (cf. Lecay 2006, pp 3-4)). Esta idea de política habla mucho de la necesidad de generar espacios de participación efectivas para los diferentes individuos de una sociedad y ello pasa necesariamente por repensar cuáles son las herramientas que el sistema educativo le está entregando a sus ciudadanos para ejercerla.
Según Mayntz, el desarrollo de la Gobernanza de un país se fortalece, a nivel ciudadano, cuando, entre otras cosas, el nivel educativo de la sociedad es elevado, particularmente cuando se fomenta la conciencia cívica y el compromiso ciudadano con los procesos que se viven a nivel país. Sería, entonces, responsabilidad del Estado que las instituciones educativas sean capaces de transmitir a las nuevas generaciones la importancia de estos dos conceptos.
La educación cívica para la formación de ciudadanía, según los parámetros planteados, no presenta un resultado satisfactorio, toda vez que no se cumplirían los objetivos de incentivar la incorporación activa de los estudiantes en el mundo público. Ello, tanto por el descrédito respecto de las instancias de participación formal que el currículo presenta y porque según una encuesta de opinión del Instituto Nacional de la Juventud, realizada el año 2003, “los jóvenes se perciben a sí mismos como poco conocedores de los temas políticos y, para algunos de ellos, esto les quita autoridad para sostener conversaciones (respecto de temas políticos)”. Frente a estas dos situaciones, los estudiantes optan por mantenerse al margen del ámbito público y se repliegan a la esfera privada -del hogar, la televisión y el computador-, espacios donde son quienes manejan los códigos y la información necesarios para tener el control de su participación.
Finalmente, la educación que están recibiendo los escolares chilenos, en lo que respecta al ramo en cuestión, mantiene aún el desafío de despertar la inquietud de la participación ciudadana en los jóvenes de distintos orígenes económicos y sociales, entregándoles, no sólo conocimientos sino que además, formando una actitud, donde ellos se sientan responsables tanto con su propio desarrollo, como el de su comunidad y su país. Para que ello sea posible, el sistema educativo debe, necesariamente, promover la necesidad de responsabilidad social de modo que los ciudadanos sientan que, no solo pueden, sino que deben decir algo respecto de lo que en su entorno ocurre y así fortalecer los niveles de participación tanto individual, familiar y comunitaria, para generar efectivamente cambios significativos en las demandas sociales que se le hacen al sistema en el que viven.
citizenship education, reform of the educational system
, Chile
Reforma educacional: algunos aportes para la comprensión del estado de la educación en Chile
Vidal, Carla (2000) La Reforma Educacional: Calidad, Equidad e Igualdad en el Proceso Educativo. Documento de Trabajo. Serie Didáctica en: www.puc.cl/icp/eticapolitica/documentos/ReformaEducacional.PDF
Mayntz, R. (2001) El Estado y la sociedad civil en la gobernanza moderna. Revista del CLAD Reforma y Democracia. Nº 21, Caracas. Citado en: www.foro-latino.org
Instituto Nacional para la Juventud, INJUV (2003): Cuarta Encuesta Nacional de Juventud. INJUV, Santiago de Chile.
Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD (2002) Informe de Desarrollo Humano: “Nosotros los Chilenos: un desafío cultural”. PNUD, Santiago de Chile.
Lecay, Rosana (2006) La Gobernanza de los sistemas educativos en América Latina en Boletín Refrencias nº 20, Foro Latinoamericano de políticas educativas, citado en: www.foro-latino.org