El trabajo de periodistas y fotógrafos colombianos en los límites nacionales.
10 / 2005
Las fronteras colombianas, tema tan en boga a propósito de la soberanía nacional y de la paradoja existente entre la homogenización y la heterogeneidad, propia de los procesos de integración, se suponen el límite territorial del país y el escenario por excelencia donde se reproducen de manera cotidiana, las relaciones entre Colombia y sus países vecinos.
Por esta razón y por la particularidad de cada departamento de frontera, el tema fronterizo en Colombia ha sido abordado aunque no suficientemente, por varios sectores. Desde el académico, existen un sin número de publicaciones en las que se compilan los resultados de investigaciones, que a través de los trabajos de campo, pretender radiografiar la realidad particular de las fronteras, desde un punto de vista predominantemente sociológico.
Desde el gobierno, el tema ha sido asumido como parte de la agenda de política exterior del país y por razones de seguridad nacional, concentrando su atención de manera coyuntural, en los lugares en donde se desarrollan fenómenos como el conflicto armado, el narcotráfico o la migración.
Por su parte, desde los medios de comunicación, el cubrimiento del tema fronterizo está ligado a la misma perspectiva del gobierno, razón por la que la misma agenda conflictiva, determina los reportajes esporádicos que se hacen sobre estas olvidadas partes del país.
En un intento por rescatar del olvido y de cierta manera, redimensionar el papel informativo de los medios de comunicación, buscando tener realmente una cobertura nacional, en el mes de agosto del año 2003, el periódico El Tiempo, periódico colombiano de circulación nacional y regional, realizó un interesante trabajo periodístico titulado “En los confines de Colombia”. Una separata de 40 páginas, fue el resultado de un intenso trabajo que durante 46 días, realizó el equipo de 14 “exploradores” entre periodistas y fotógrafos, mujeres y hombres que se dieron a la tarea de viajar a cada una de las cinco fronteras del país. Bajo la coordinación de Álvaro Sierra, director del proyecto “En los confines de Colombia”, este osado grupo de trabajo, que contó además con la colaboración tras bambalinas de muchas personas, se dedicó a recorrer las fronteras de Colombia con Panamá, Ecuador, Perú, Brasil y Venezuela. A cada lugar de frontera llegaban un periodista y un fotógrafo, salvo en el caso de la frontera con Brasil a la que Álvaro viajó solo. Cada viaje duró aproximadamente entre cinco y quince días de exploración de la frontera in situ.
La intención del trabajo de campo era complementar una investigación documental previa, que se trató de realizar concienzudamente. Para éste propósito se consultaron fuentes como la internacionalista Socorro Ramírez, el grupo de fronteras de la Fundación Friedrich Ebert en Colombia – FESCOL -, Fabio Torrijos, el entonces Jefe de la Dirección de Integración y Desarrollo Fronterizo de la Cancillería de Colombia y algunos militares relacionados con el tema, además de documentos escritos, entre otros.
Tras esta primera fase de investigación documental, Álvaro Sierra diseñó un esquema para la fase del trabajo de campo. No era rígido, pero si se planteó que los periodistas fueran a cada lugar de frontera a preguntar cosas específicas; “había una cierta planificación previa, que es a mi juicio la mejor forma de trabajar; plantear una serie de hipótesis y en el camino se verifican o no y se tiene la flexibilidad para cambiarlas”- señaló.
Los temas de interés fueron, además de algunas historias de vida de los pobladores de cada lugar, el tema de seguridad, la presencia de los grupos armados en las fronteras, la cuestión social y económica y más que el tema del desplazamiento forzado, el de los refugiados. “No se trataba de ir a mirar pajaritos”, dice Álvaro, porque la dinámica de las fronteras en Colombia, merece contemplarlas no solo como atractivos destinos turísticos o remotos lugares geográficos sino también, como parte del país, un país en el que predomina la cuestión urbana sobre la rural, siendo ésta última, la característica de la mayoría de las regiones de frontera.
Fue un trabajo lleno de satisfacción y aunque fue hecho de manera responsable y planeado con rigurosidad, no se pudo escapar a las dificultades propias de cualquier empresa. Las condiciones de orden público fueron además de zancudos, trochas, deficiencias en los medios de transporte y otros, los obstáculos que tuvo que salvar el equipo del Tiempo. Sin embargo, la mayor dificultad fue la financiación.
Pese a que desde un principio el proyecto contó con recursos, no fue fácil obtenerlos puesto que después del surgimiento de la idea, la negociación para la financiación fue la piedra en el zapato. Esto se sumó a que paulatinamente en el periódico, se han venido disminuyendo los espacios de diagramación disponibles para la información, para privilegiar quizá, las pautas publicitarias e información menos relevante.
“En los confines de Colombia” fue financiada en su totalidad por El Tiempo, ya que como señala Álvaro, el periódico es una organización bastante grande y con los recursos privados y el capital humano necesarios para emprender este tipo de proyectos, que empresas pequeñas no pueden asumir. Además de ser costoso (25 millones aproximadamente, según calcula Alvaro, destinados sólo para los viajes realizados a las fronteras, sin incluir los costos de edición y publicación de la separata), resulta ser un proyecto poco atractivo. Mostrar de una manera cruda el conflicto no solo armado sino, social, económico y político, inherente a los 12 departamentos de frontera del país, no le interesa a los patrocinadores que pautan en el periódico y que son las principales fuentes de recursos para este tipo de proyectos.
Pese a las dificultades, la investigación se realizó y la separata fue publicada el 13 de agosto de 2003, con la edición dominical del Tiempo y circuló en todos los lugares a donde este medio llega.
Cuatro grandes ejes sintetizaron el análisis de los aspectos comunes en las fronteras de Colombia: el conflicto armado, el fenómeno de los refugiados, la cuestión indígena y el abandono.
Respecto al conflicto armado colombiano, Álvaro Sierra menciona que los países vecinos han consolidado un cordón sanitario en torno al país y que hacen mayor presencia que el Estado Colombiano en sus propias fronteras. Las fronteras con Panamá y Venezuela son las áreas mayormente afectadas por el tráfico de armas; se suma a estas dos la de Ecuador, influenciadas por la movilidad de los actores armados del conflicto colombiano. Por su parte, las de Brasil y Venezuela se ven afectadas por el tráfico de narcóticos y explosivos. Otra de las dificultades que afrontan Ecuador, Perú y Venezuela es la posibilidad de que los cultivos ilícitos se extiendan a sus territorios, mientras que Panamá, Venezuela y Ecuador ven con preocupación que a través de sus fronteras se vienen incrementando las incursiones punitivas. Esto configura el difícil escenario en el que los pobladores de las fronteras deber sortear la supervivencia en medio de un conflicto que no distingue de nacionalidades.
En lo relacionado con el fenómeno de refugiados que circulan a través de las fronteras, según el análisis de Andrés Caribello, uno de los periodistas que contribuyó con el trabajo de análisis publicado en la página Web de la separata, este fenómeno adquiere dimensiones más significativas que las del desplazamiento forzado en estas zonas del país. Según las cifras de Internacional Crisis Group, ICG, citadas por Caribello, durante el periodo 2000 – 2002, cien mil colombianos han buscado refugios internacionales. Esta cifra, señala Álvaro puede ir en aumento y cuantifica una situación que a futuro puede resultar preocupante. Un aumento de los individuos considerados como personas de “ciudadanía cero” (termino acuñado por Caribello, en el artículo de análisis sobre los refugiados), carentes de reconocimiento legal puede traducirse en el surgimiento de un nuevo tipo de xenofobia ya no racial, sino nacional, política y cultural. Los resultados hasta ahora en cuanto a las reacciones que han tenido los países vecinos no se han hecho esperar. El aumento del pie de fuerza militar en las áreas limítrofes y el surgimiento de instancias multilaterales para tratar el tema militar, como las Comisiones Binacionales Fronterizas –COMBIFRON-, según comenta Álvaro, dan cuenta de la preocupación regional por el número de refugiados que permanentemente se desplazan a los territorios vecinos, a lo que se puede agregar, también es el resultado de la desconfianza generalizada hacia Colombia por la dinámica de su conflicto interno. Lo que ha dado paso a la implementación de planes regionales como El Plan Colombia ó la Iniciativa Regional Andina.
Frente al tema indígena, el elemento de análisis principal es la deficiencia en cuanto a la formulación de una adecuada política pública que reconozca la existencia y satisfaga las necesidades de las comunidades indígenas y los resguardos, ubicados en las zonas de frontera. Si bien, en el marco de la Constitución Política de Colombia de 1991, se incluyó una perspectiva multicultural que pretende dar una mayor participación a las minorías étnicas y en consecuencia hacer del sistema colombiano, uno más democrático, aún hay falencias. No se puede desconocer que algunas condiciones han mejorado para la minoría indígena en el país, sin embargo, las políticas cobijan a las poblaciones ubicadas en los cascos urbanos o a las que revisten un interés especial por la biodiversidad de los territorios que ocupan o por ser víctimas del conflicto interno. Sin embargo, cuatrocientos mil indígenas habitan las zonas de fronteras. Ellos representan, según cita Álvaro en la separata, el cincuenta por ciento de la población indígena total del país; setenta y cuatro de las noventa etnias; trescientos treinta y cuatro de los seiscientos treinta y ocho resguardos. A pesar de que estas cifras son el equivalente a menos del seis por ciento de la población que ocupa los doce departamentos de frontera, los territorios indígenas abarcan la mitad de la superficie de estas zonas. De allí que el trabajo investigativo y el análisis final del tema indígena en particular, llama poderosamente la atención sobre la situación de vulnerabilidad y desprotección de las comunidades indígenas y la urgente necesidad de dar una mayor cobertura a las políticas formuladas hasta el momento para atender a esta población.
Finalmente el tema del abandono, también es retomado por Álvaro a través de cifras. Doce departamentos y la mayoría de los sesenta y cuatro municipios fronterizos, estaban para el año 2001, en una situación deficitaria con respecto al presupuesto disponible. En cuanto a las Necesidades Básicas Insatisfechas, medidas por el Índice NBI, las poblaciones de frontera registraban el doble de la media nacional y casi hasta el cien por ciento en algunos casos; la tercera parte de la población que está en condiciones de miseria del país. Lo anterior sumado a una legislación muy joven para tratar el tema fronterizo y el contraste entre Estados con presencia fuerte en las zonas de frontera como Brasil y Venezuela, demuestran que Colombia tiene un esquema de Estado deficiente.
En los confines de Colombia, no tuvo otro objetivo desde su planeación que concluir con la publicación. No se trazaron investigaciones a futuro y sin embargo, los temas tratados de manera muy superficial por razones de espacio, señalan derroteros para investigaciones futuras.
El mayor aprendizaje que señala Álvaro es la lección de supervivencia de los habitantes de las frontera, “la gente que voz conoces ahí es realmente (…) vale la pena, te devuelve un poco como la fe en la humanidad porque es gente que realmente vive en condiciones difíciles, con un ánimo emprendedor y una gran capacidad de inventiva. (…) Eso no habría que ponerlo ahí como un chovinismo nacionalista, todas las fronteras son así, atraen ese tipo de gente. Pero eso es bien interesante” – concluyó.
regional integration, communication and culture, refugee, population displacement
, Colombia, Latin America, Bogotá
Integración regional en América Latina : Chile, Colombia, México
Pese a que la experiencia relatada, se realizó durante el año 2003, tal como Álvaro Sierra afirma hoy en día, las conclusiones de ese trabajo no pierden vigencia.
Aunque concluido el trabajo hubo mucha satisfacción, no hubo propósitos de emprender una nueva expedición para contrastar la situación descrita en el año 2003, con la realidad de las fronteras en otro momento a futuro. Esto obedece probablemente a que la información de este tipo ya no cuenta con los espacios necesarios dentro de las ediciones del periódico ni en otros medios de comunicación. Esto se da en detrimento de la calidad y especificidad de la información, en beneficio de las pautas publicitarias y las sesiones de farándula, que tanto en la prensa como en la radio y la televisión ocupan espacios y tiempos que en otra época, eran destinados a suministrar más información y análisis.
En relación con lo anterior, salta a la vista que la situación de las fronteras es una realidad que no resulta muy atractiva al enfoque periodístico de algunos medios de comunicación. Buscando crear realidades a partir de información demasiado optimista, ese tipo de información parcial en el cubrimiento de las fronteras, resta importancia a su complejidad.
En cuanto al análisis que el equipo de trabajo del Tiempo publicó en la separata, como en lo que Álvaro Sierra relató para la presente ficha, quizá el tema que reviste mayor interés al observar el fenómeno fronterizo es la migración. El conflicto armado, el tema indígena y el abandono son características comunes de las fronteras de los países de América Latina. Estos problemas comunes se reflejan en las condiciones estructurales de pobreza y crisis social, política y económica. Sin embargo, en el caso de las fronteras colombianas y la movilidad de personas lo que se manifiesta no es el fenómeno de la migración, sino el de el refugio internacional como consecuencia del conflicto armado interno. Dicha circulación de personas no puede ser considerada como migración, ya que ésta última tiene otras características relacionadas más con la movilidad de mano de obra, que con el desplazamiento forzado y el exilio, como consecuencias de las circunstancias particulares propias de los enfrentamientos bélicos y la presencia de los actores armados. De allí que resulta paradójico pero interesante que, por ejemplo, los pobladores de Cúcuta y San Antonio, municipios fronterizos de Colombia y Venezuela respectivamente, se movilicen a uno y otro lado para desarrollar actividades económicas pero en la mayoría de los casos, retornan a su país de origen. En esta medida allí no se presenta una migración como tal, sino la circulación momentánea. Sin embargo, las cifras que se registran con respecto a la migración anual de colombianos a los países que comparten sus límites territoriales como Venezuela, señalan que la migración si se produce, pero las personas que migran no son los pobladores de las regiones de frontera sino los de las ciudades y el “interior” del país.
Finalmente una última conclusión se refiere a la afirmación de que dada la situación de las fronteras en Colombia y la presencia estatal en ellas, actualmente existe esquema de Estado deficiente. Esto se argumenta en la medida en que ni los gobiernos ni el Estado contemplan la importancia de los territorios limítrofes como escenario por excelencia de la soberanía nacional; soberanía en detrimento y que a través de estrategias diplomáticas se pretende defender afanosamente.
Para consultar el texto completo de la separata del periódico El Tiempo, “En los confines
de Colombia” consulte: tr.eltiempo.terra.com.co/proyectos/fronteras2/base.html
Esta ficha fue realizada en el marco del desarrollo de la alianza metodológica ESPIRAL, Escritores Públicos para la Integración Regional en América Latina.
8. Palabras claves: INTEGRACION REGIONAL, COMUNICACION Y CULTURA, REFUGIADO, DESPLAZAMIENTO DE LA POBLACION,
Interview
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