En una Ciudad como Bogotá (capital de Colombia), existen múltiples manifestaciones culturales y dentro de aquellas la música es uno de los ejemplos que en esta ciudad latinoamericana se gestan diversas expresiones que fusionan ritmos tradicionales y los reapropian, generándose formas de trasmitir mensajes y a la vez convirtiéndose en una posibilidad de encuentro e integración a partir del gusto por el folklore. Esta realidad, es demostrada por un grupo de jóvenes bogotanos, que a partir del 2002 viene experimentando con una variedad de ritmos de la costa norte del país como son el currulao, la cumbia, la puya, el son de negro, entre otros, legados musicales que han surgido de la mezcla de expresiones culturales africanas, indígenas y españolas presentes en los instrumentos - tambores, gaitas y maracas-, los trajes, los bailes y las canciones.
De intereses similares por la música de gaitas y tambores se gestó la experiencia musical “Candelilla” hace ya cuatro años. El nombre que proviene de una hormiga muy pequeña que pica muy duro y de forma contundente fue escogido por estos jóvenes porque de las cosas pequeñas, como la Candelilla, pueden generarse experiencias enérgicas.
Este proyecto surgió del gusto por la música que cada uno de los seis integrantes han tenido y fue a partir de ello que se generaron acercamientos al Caribe Norte, a través de personas que compartían con ellos el gusto por este tipo de música. En estas redes el intercambio de cd’s y cassettes hizo circular el folklore y también les permitió conocerse en un ensayo en la universidad. Es así como se encontraron Juan, David y Diana, quienes desde la música tuvieron una empatía que luego derivo en la conformación del grupo “Candelilla”.
Diana la cantante de este colectivo expresa el significado que representa para ellos recrear el folklore del caribe colombiano, afirmando que hacer este tipo de música, implica romper con el lugar, el espacio y el tiempo, lo cual tiene que ver con la corporalidad del sujeto. “Yo soy cundiboyasense –región que comprende los departamentos de Cundinamarca y Boyacá-, pero vibro más con la música del Atlántico que con el torbellino, igual que los rasta o los punks de Bogotá, - que lo hacen al escuchar esos géneros musicales. Por qué, porque existe una identificación, un factor identitario y porque el sujeto vibra con la música”.
Además de considerar la música como un elemento generador de identidad y de satisfacción individual, Diana afirma que esta experiencia también es una manera de resistir frente a un sistema que lo da todo, porque cambian los papeles, siendo los sujetos productores de sus experiencias, no meros consumidores porque al hacer y recrear música se ubican en otros escenarios en donde su papel se vuelve activo frente al conocimiento de lo caribe a través de la interpretación de su música y con ello de su difusión.
El significado de tocar y cantar esta música tiene que ver con la posibilidad de interpretar música colombiana y sobre todo de la región caribe, ya que según ellos, “es una música que genera una experiencia colectiva en donde participan todos, no excluye, genera encuentros fácilmente, es mínima, con lo mínimo haces música; también por la fuerza de la percusión, por las líricas (a la vida, a la siembra, al amor –pero no ese amor del despecho-) y por el juego que existe entre los pregones y los coros de sus canciones”. Todo esto, según la cantante, genera una experiencia colectiva fuerte, llena de vitalidad.
El encuentro con una multiplicidad de ritmos del caribe Colombiano ha sido para éstos jóvenes una oportunidad de recrear el folklore, pero también de aportar desde su interés por manifestaciones culturales propias, hoy convertidas en un movimiento, que utiliza la música como recurso de reafirmación identitaria, la cual construye sujetos capaces de apropiarse y sentir saberes tradicionales, consolidando resistencias frente a procesos hegemónicos culturales.
Lo anterior se encuentra ligado implícitamente a la construcción de integración, ya que la música como lenguaje, como expresión lúdica permite emitir mensajes contundentes. Frente a esto Diana cuenta sobre la construcción de una canción que están realizando en la actualidad, en la que muestran “a Colombia en dos versiones: La Colombia de la naturaleza, exuberante, la de los carnavales y fiestas y la Colombia excluyente, un país de fronteras entre indígenas, negros, mestizos, un país de muerte y de guerra. Con esta canción hay un propósito doble: que la gente se identifique con los ritmos pero que también reflexione. La música no puede generar cambios radicales, pero a nivel subjetivo se pueden generar pequeñas transformaciones”.
Dentro de su experiencia, se han encontrado con mucha gente de diversos países, quienes vienen a participar en festivales desarrollados en la ciudad, con ellas además de intercambiar música, generan contactos, con los que mantienen viva la expectativa del reencuentro, así como la posibilidad de hacer proyectos en conjunto. Por ejemplo, con una artista del Uruguay que hace música afrouruguaya, se ha pensado en conformar un grupo de música latinoamericana, en donde participen personas de diversos países, así como de realizar talleres tanto en Bogotá como en Montevideo.
Además de estas interacciones, Diana plantea que existe un intercambio con grupos de Bogotá, así como con la gente que por primera vez escucha estos ritmos generándose integraciones a múltiples escalas y en diversos escenarios, lo cual hace que circule la música, pero también que las personas creen redes que permitan establecer encuentros en el ámbito local, nacional y regional. Por tanto para ella el intercambio se da en tres niveles: 1) entre grupos de acá, a nivel interno o local, se da en fiestas, en las ruedas que se hacían en la Universidad Nacional, en la calle, en los parques, donde muchos de estos jóvenes tocan; 2) Otro seria a nivel de gente que desconoce este tipo de folklore, que tienen un encuentro primario por medio de uno cuando lo ven tocando en algún lado y ; 3) El intercambio que se da con músicos de las regiones de la costa Norte en festivales o cuando vienen a Bogotá a tocar y necesitan gente que apoye en una presentación como coristas.
La generación de esos intercambios facilita la construcción de saberes y conocimientos musicales sobre las diversas expresiones gestadas en América Latina, las cuales son cercanas a los ritmos de la Costa Norte colombiana debido al legado español presente en los cantos y fraseos y a la existencia de una clave común caribe que imprime a todos estos ritmos el vigor y la energía que los caracteriza, pero además de generar saberes a partir de la música folklórica, que van mas allá de reconocer ritmos, aires (formatos) y variaciones no solo colombianos, esta experiencia les ha permitido viajar utilizando la música como factor de ingreso y a la vez como manera de difundir mensajes y expresiones culturales propios, ejemplo de ello fue un viaje al Ecuador que hicieron en Julio de 2002, en el que a través de la música lograron conocer lugares y gentes, intercambiando desde su experiencia el folklore de la costa Norte Colombiana.
La música trasciende fronteras, agrega Diana al explicar que no solo supera distancias espaciales sino generacionales, culturales e inclusive de género, permitiendo que se produzcan transformaciones y se cambien formatos en la manera como se interpreta esta música: “aquí las mujeres tocamos la gaita, en la costa es un papel masculino y eso les causa sorpresa”, a varios maestros que vienen de la costa a intercambiar su música.
Del recorrido que “Candelilla” construyó, queda hoy presente el encuentro de sus integrantes, la amistad. “Candelilla” se ha transformado en un proyecto llamado Vía Corta, del que hacen parte tres de sus integrantes, entre ellos Diana. Esta nueva iniciativa musical, realiza una propuesta fusión, integrando elementos del Jazz, el Rock y diferentes ritmos de la Costa Norte Colombiana, en el a través de esta variación de ritmos hacen un aporte musical.
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Integración regional en América Latina : Chile, Colombia, México
La experiencia de Diana es relevante en la medida que ella tiene conocimiento sobre cómo la música folclórica de la Costa Norte Colombiana rompe fronteras convirtiéndose en una expresión cultural que coge cada vez más fuerza en un contexto urbano como Bogotá. Esta iniciativa hecha por jóvenes que viven en la ciudad implica un intercambio de conocimientos, una apropiación de elementos culturales y una recreación del folklore en las practicas cotidianas a través de la interpretación y la adecuación de la música de la costa norte en un lugar como Bogotá. Así, la recreación de imaginarios regionales en espacios diferentes a los tradicionales hace que experiencias como ésta sean valiosas en los estudios sobre cultura e integración, ya que a través de ellos no solo se rescatan sino se crean nuevas manifestaciones musicales que están expresando unas maneras de entender y ver la identidad a través de la cultura. Sin embargo, en esta experiencia se concreta en términos prácticos la integración a niveles local e Inter-regional, más que en el ámbito regional latinoamericano, situación que responde a las limitaciones de recursos con las que cuentan para que se de forma material y efectiva aquella integración, ampliando la existencia de iniciativas y de redes de intercambio musical para que desde ellas se concreten integraciones a nivel regional desde el folklore. Y aunque las expresiones de integración regional son limitadas aquellas constituyen un comienzo para dicha integración ya que a partir del conocimiento y generación de saberes sobre distintos ritmos propios del folklore no solo se visibilizan elementos de una cultura particular sino que se experimentan apropiaciones a través del gusto por la música convirtiéndose ésta en un lenguaje que aproxima al joven bogotano con el campesino de la rivera del Caribe Colombiano, a una uruguaya con una colombiana, a la mujer que toca gaita con el hombre que nunca había visto tocar gaita a una mujer, haciendo que la experiencia de interpretación y apropiación de ritmos trascienda fronteras e integre diferencias.
Esta ficha fue realizada en el marco del desarrollo de la alianza metodológica ESPIRAL, Escritores Públicos para la Integración Regional en América Latina.
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Interview
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